En la orilla
Rafael Chirbes
Editorial: Anagrama, 2013
páginas: 440
“El hallazgo
de un cadáver en el pantano de Olba pone en marcha la narración. Su
protagonista, Esteban, se ha visto obligado a cerrar la carpintería de la que
era dueño, dejando en el paro a los que trabajaban para él. Mientras se encarga
de cuidar a su padre, enfermo en fase terminal, Esteban indaga en los motivos
de una ruina que asume en su doble papel de víctima y de verdugo, y entre cuyos
escombros encontramos los valores que han regido una sociedad, un mundo y un tiempo. La novela nos obliga a mirar
hacia ese espacio fangoso que siempre estuvo ahí, aunque durante años nadie
parecía estar dispuesto a asumirlo, a la vez lugar de uso y abismo donde se han
ocultado delitos y se han lavado conciencias privadas y públicas. “
“La gran
novela de la crisis. La corrosiva voz de Rafael
Chirbes retrata en su obra En la
orilla un universo de paro y desilusión… En el fondo, una es la cara B de
la otra. Si Crematorio era el
pelotazo y la burbuja inmobiliaria pilotados por un arquitecto valenciano que
cambió ideales políticos por corrupción política, En la orilla es el largo y resacoso invierno que sigue a aquella
fiesta. Y que todavía dura…” (Javier Rodríguez Marcos, El País).
Fragmento:
“El primero en ver la carroña es
Ahmed Ouallahi.
Desde que Esteban cerró la
carpintería hace más de un mes, Ahmed pasea todas las mañanas por La Marina. Su
amigo Rachid lo lleva en el coche hasta el restaurante en que trabaja como
pinche de cocina, y Ahmed camina desde allí hasta el rincón del pantano donde
planta la caña y echa la red. Le gusta pescar en el marjal, lejos de los
mirones y de los guardias. Cuando cierran la cocina del restaurante –a las tres
y media de la tarde–, Rachid lo busca y, sentados en el suelo a la sombra de
las cañas, comen sobre un mantel tendido en la hierba. Los une la amistad, pero
también se brindan un servicio mutuo. Pagan a medias la gasolina del viejo Ford
Mondeo de Rachid, una ganga que consiguió por menos de mil euros y ha resultado
ser una ruina porque, según dice, traga gasolina con la misma avidez con que un
alemán bebe cerveza. Desde Misent al restaurante hay quince kilómetros, lo que
quiere decir que, sumando ida y vuelta, el coche se chupa tres litros. A casi
uno treinta el litro, suponen unos cuatro euros diarios sólo en combustible,
ciento veinte al mes, a descontar de un sueldo que apenas llega a los mil, ése
es el cálculo que le hace Rachid a Ahmed (seguramente, exagera un poco), por lo
que Ahmed le abona a su amigo diez euros semanales por el transporte. Si
encontrara trabajo, se sacaría el carnet y se compraría su propio vehículo. Con
la crisis es fácil encontrar coches y furgonetas de segunda mano a precios
irrisorios, otra cosa es el rendimiento que te proporcionen después: coches de
los que la gente ha tenido que desprenderse antes de que se los llevara el
banco, furgonas de empresas que han quebrado, autocaravanas, camionetas: es
época de oportunidades para quien tenga algún euro que invertir comprando a la baja.
Lo que no sabes nunca es el regalo envenenado que guardan dentro esas gangas.
Consumo desmedido de combustible, piezas que hay que cambiar al poco tiempo,
accesorios que se estropean con sólo mirarlos. Lo barato suele salir caro,
refunfuña Rachid, mientras le pega un acelerón. Ahí nos hemos gastado medio
litro. Vuelve a acelerar. Ahora, otro medio litro. Se ríen. La crisis impone su
mandato por todas partes. No sólo en los de abajo. También las empresas están
quebradas o a medio quebrar. El hermano de Rachid trabajaba en un almacén de
materiales que tenía siete camiones y otros tantos chóferes, eso fue hace
cuatro años. En la actualidad, los han despedido a todos y los camiones
permanecen aparcados en la playa de asfalto que hay en las traseras del
almacén. Cuando tienen que realizar un porte, contratan por horas a un chófer
autónomo que les hace el trabajo en su propio camión, cobra al contado, a tanto
la hora, a tanto el kilómetro, y vuelve a quedarse pegado al teléfono móvil,
con los brazos cruzados hasta el siguiente encargo. Ahmed y Rachid charlan
sobre las posibilidades de negocio que supondría comprar coches usados para
revenderlos en Marruecos.”
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada