1 de nov. 2012

new york




"A las afueras de Nueva York hay un cementerio de colinas onduladas y verdes y árboles inmensos que se llama Las Puertas del Cielo, con lagos de los que se levantan en las tardes de otoño populosas bandadas de pájaros migratorios. Entre millares de lápidas, en medio de una geometría de tumbas con apellidos irlandeses, hay una que lleva un nombre español, tan modesta, tan parecida a cualquiera de las otras, que es muy difícil reparar en ella.

Federico García Rodríguez
1880—1945

Cómo habría podido imaginar ese hombre que su tumba no iba a estar en el cementerio de Granada, sino al otro lado del mundo, entre los bosques cercanos al río Hudson, o que su hijo iba a morir antes que él y no tendría siquiera una sepultura visible, una simple lápida que recordara el punto exacto del barranco en el que lo ejecutaron. Sepulturas modestas y fosas comunes jalonan los caminos de la gran diáspora española: quisiera visitar el cementerio francés donde fue enterrado en 1940 don Manuel Azaña, en medio del gran derrumbe de Europa, leer el nombre de Antonio Machado en una tumba del cementerio de Colliure. Otros muertos para los que tampoco hubo tumbas ni inscripciones perduran en la multitud alfabética de sus nombres: en una página de Internet he encontrado, en letras blancas sobre fondo negro, la lista de los sefardíes de la isla de Rodas deportados a Auschwitz por los alemanes. Habría que ir leyéndolos uno por uno en voz alta, como recitando una severa e imposible oración, y entender que ni uno solo de esos nombres de desconocidos puede reducirse a un número en una estadística atroz. Cada uno tuvo una vida que no se pareció a la de nadie, igual que su cara y su voz fueron únicas, y que el horror de su muerte fue irrepetible, aunque sucediera entre tantos millones de muertes semejantes. Cómo atreverse a la vana frivolidad de inventar, habiendo tantas vidas que merecieron ser contadas, cada una de ellas una novela, una malla de ramificaciones que conducen a otras novelas y otras vidas."

Sefarad
Antonio Muñoz Molina
pág. 568-569

Cap comentari:

Publica un comentari a l'entrada