31 de des. 2019
29 de des. 2019
no dejes nunca de soñar
No dejes que termine el día sin haber crecido un poco,
sin haber sido feliz, sin haber aumentado tus sueños.
No te dejes vencer por el desaliento.
No permitas que nadie te quite el derecho a expresarte,
que es casi un deber.
No abandones las ansias de hacer de tu vida algo extraordinario.
No dejes de creer que las palabras y las poesías
sí pueden cambiar el mundo.
Pase lo que pase nuestra esencia está intacta.
Somos seres llenos de pasión.
La vida es desierto y oasis.
Nos derriba, nos lastima,
nos enseña,
nos convierte en protagonistas
de nuestra propia historia.
Aunque el viento sople en contra,
la poderosa obra continúa:
Tu puedes aportar una estrofa.
No dejes nunca de soñar,
porque en sueños es libre el hombre.
No caigas en el peor de los errores:
el silencio.
La mayoría vive en un silencio espantoso.
No te resignes.
Huye.
“Emito mis alaridos por los techos de este mundo”,
dice el poeta.
Valora la belleza de las cosas simples.
Se puede hacer bella poesía sobre pequeñas cosas,
pero no podemos remar en contra de nosotros mismos.
Eso transforma la vida en un infierno.
Disfruta del pánico que te provoca
tener la vida por delante.
Vívela intensamente,
sin mediocridad.
Piensa que en ti está el futuro
y encara la tarea con orgullo y sin miedo.
Aprende de quienes puedan enseñarte.
Las experiencias de quienes nos precedieron,
de nuestros “poetas muertos”,
te ayudaran a caminar por la vida.
La sociedad de hoy somos nosotros:
Los “poetas vivos”.
No permitas que la vida te pase a ti sin que la vivas.
Walt Whitman
27 de des. 2019
almudena grandes y la escritura prusiana
“Almudena Grandes no abandona la escritura. Ni siquiera en agosto,
con media España (y suena a poco) de vacaciones, en Rota (Cádiz), rodeada por
una ola de despreocupados veraneantes. Cada mañana, ya sea invierno o verano,
llueva, nieve o truene, la escritora se sienta frente al ordenador para
dedicarle varias horas a la tarea. Sirva este verano como ejemplo: Grandes
alterna la corrección de Los besos en el
pan (que saldrá en noviembre) con la escritura del cuarto tomo de sus Episodios de una Guerra Interminable.
"No lo parezco, pero soy
bastante prusiana", asegura por teléfono en un pausa a media mañana. Esa
rectitud que le hace librarse incluso del clima nonchalant gaditano le ha llevado a programar la revisión de su
nuevo libro en pleno verano. Eso, y las prisas. "Ha sido un libro
sobrevenido, muy raro", explica. Terminó de escribirlo el 15 de julio. Dos
meses antes, su editor le había propuesto recopilar sus artículos publicados en
El País Semanal. "Pero a mí los
libros de artículos no me gustan", objeta, "Me da la sensación de que
los lectores van a encontrarse con algo que ya conocen".
La solución (o la perdición) fue
el optimismo: "Algún día el optimismo me va a matar". Cuando leyó la
recopilación de columnas, se dio cuenta de que "ahí había un libro mejor,
pero más exigente". Sus "cuentecitos" semanales construidos en
torno a la crisis han sido reescritos, y otros han sido añadidos, para
encontrar ese libro posible. Después de dos meses, Grandes cree haber narrado "la vida de un barrio de
Madrid" durante un año o dos de este crash económico. El título, Los besos en el pan, viene de un
artículo escrito para The New York Times
en el que hablaba de un gesto de posguerra quizás recuperado en los últimos
años: "Si se caía un trozo de pan al suelo, nos obligaban a recogerlo y a
darle un beso antes de devolverlo a la panera".
La costumbre más evidentemente
"prusiana" de la autora tiene que ver con el "equilibrio entre
los capítulos". "Tengo un lado neurótico con la estructura de las
novelas. Si una casa es fea, siempre tiene arreglo si está bien construida. Si
una casa es bonita, pero mal hecha, se caerá de todas formas", explica.
Por eso no empieza un libro hasta que no está perfectamente definida su
estructura, que tiene que atender a criterios casi matemáticos. Deben mantener
una proporción, en la extensión pero también en la "densidad". En Los besos en el pan, los capítulos
están entre las 4 y las 10 páginas, con una media de seis o siete, explica. Sus
capítulos cortos de no ficción suelen rondar los tres folios; los cortos de
ficción, cinco, y los largos de ficción, 25. La escritora da las cifras sin
dudar un segundo. Y añade: "Los
pacientes del doctor García [su próximo Episodio] tiene una estructura rara para mí: son 46 capítulos, 20
largos y 26 cortos".
Aunque no se considera
"maniática", sí confiesa ser algo "supersticiosa, aunque solo
con el trabajo". Un ejemplo: "Nunca imprimo lo que estoy escribiendo,
porque un libro no se imprime si no está terminado". En la misma línea, el
título no llega hasta el final porque "no se pone nombre a algo que aún no
existe". El té que siempre tiene a mano cuando escribe en invierno y el
agua fresca que toma en verano no son manías, sino costumbres, explica. Los
tres meses que transcurren entre que termina un libro y que lo entrega (lo
llama "meter en la nevera") sirven para alcanzar un necesario
distanciamiento con la obra. Cuando transcurre ese tiempo, que aprovecha para
dar a leer la novela a los más cercanos, llega la fase más dura de corrección: "Suprimo
mucho, al darlo a leer veo la clave del efecto que el libro tiene en los
lectores".
Por lo demás, asegura, ninguna
mística. Durante la mañana hace pausas para picar algo o leer la prensa, quizás
incluso para hacer alguna compra en el mercado o la cooperativa. A mediodía, se
cocina. Por la tarde, se lee, se duerme, se va a la playa ("He descubierto
que los madrileños somos tontos y que hay que bajar por la tarde"). Tiempo
libre. ¿Para vivir? "Bueno... La escritura y la vida son la misma cosa.
Escribir para mí es más vivir que ir a la playa". “
Clara Morales
Infolibre
30/08/2015
23 de des. 2019
los pacientes del doctor garcía
Los pacientes del doctor García
Almudena Grandes
Tusquets editores, 2017
Páginas 768
Almudena Grandes
Tusquets editores, 2017
Páginas 768
Almudena Grandes, Premio Nacional de Narrativa 2018
“ Almudena Grandes destaca que les seves
novel·les han donat forma a les seves conviccions:
La recent guanyadora de el Premi Nacional de Narrativa, l'escriptora
espanyola Almudena Grandes, afirma,
en una entrevista a EFE, que les seves novel·les sobre la postguerra espanyola,
l'última entrega li ha valgut el màxim guardó de les lletres a Espanya, han
"donat forma "a les seves conviccions polítiques.
"No només m'han reafirmat en les meves conviccions sinó que han donat
forma a les meves conviccions, les han solidificat i sobretot m'han donat
arguments per sostenir-les", afirma avui Grandes (Madrid, 1960) des de
Buenos Aires, on es troba per formar part del jurat del Premi Clarín de
Novel·la 2018.
El Ministeri de Cultura i Esport espanyol li va concedir dimarts passat el
premi Nacional de Narrativa per "Los
pacientes del doctor García" (2017, Tusquets), el quart llibre del seu
projecte "Episodios de una guerra
interminable".
La novel·la aborda la lluita contra el franquisme des de la diplomàcia,
quan la via diplomàtica era l'últim recurs dels republicans a l'exili per
intentar que els aliats es recordessin de que seguien existint.
Encara que està "molt contenta" per aconseguir el Nacional i el
qualifica com "un honor" inesperat, Grandes sosté que les històries que es va trobar després de
publicar el llibre són les que la emocionen.
Recorda, commoguda i amb la veu trencada, les vegades que algú se li acosta
en una fira del llibre i li diu que en la seva novel·la explica una història
idèntica a la del seu pare, o la de la seva àvia que anava a veure el seu avi a
la presó, o el passat d'una família espanyola. "El premi també és de totes
aquestes persones", remata.
Per a ella, el "únic premi valuós de veritat, l'únic que no es pot
arreglar, l'únic que no caduca, l'únic que no depèn de la voluntat d'un jurat,
són els lectors i les lectores".
La madrilenya puntualitza que en la seva sèrie, el proper episodi vol tenir
a punt entre "juny i setembre" de 2019, explica la postguerra des de
"un punt de vista pràcticament inèdit", el de la resistència
antifranquista.
"M'ha obligat a pensar molt sobre el meu país, a pensar molt sobre el
que Ortega i Gasset va cridar"
el problema d'Espanya ', que no ho hem resolt encara ", analitza, a el
temps que celebra que aquest any el nou Govern socialista espanyol , presidit
per Pedro Sánchez, hagi resolt "treure" les restes de dictador
Francisco Franco (1939-1975) del Valle de los caídos.
En un mes intens per a ella - "a algú li ha d'anar bé", bromeja-,
i mentre veu com al seu país l'Executiu lluita contra la idea que "la
dreta creu que Espanya és de la seva propietat", Grandes observa amb preocupació moviments de tornada a l'extrema
dreta similars als que apareixen en els seus llibres, com el cas del Brasil, on
aquest diumenge Jair Bolsonaro es pot proclamar president.
A la fi la globalització era això, que trist: un avanç de l'extrema dreta
planetari. És a dir, l'extrema dreta avança a Europa, avança al continent Llatinoamericà
i, per descomptat, als Estats Units. El cas de Bolsonaro és especialment
sagnant", subratlla.
Grandes estarà fins dimarts a Argentina, un dels
seus països predilectes, que travessa una crisi econòmica que ha portat a el
Govern de Mauricio Macri a tancar un rescat de 56.300 milions de dòlars amb el
Fons Monetari Internacional (FMI).
L'autora, que situa parts de " Los
pacientes del doctor García " a Argentina, tenia por del que s'anava a
trobar al país, on estava el 2001 quan la nació va travessar la crisi que va
desembocar en un corralito bancari.
"He vingut aquí i me'ls he trobat molt millor del que jo esperava,
forts i animats, preocupats naturalment però amb molta energia", explica
mentre valora la "resiliència" dels argentins, un "patrimoni de
la humanitat", segons ella .
Amb Buenos Aires, a Grandes li
passa alguna cosa que mai va succeir amb cap ciutat, a part de Madrid, a
l'escriure sobre els llocs de la capital argentina per a la seva última
novel·la, el seu cos va recuperar "aromes i una sensació física" de
passejar per l'avinguda Alvear i la Plaça San Martín. Ara que sí que està a
l'Argentina, en una setmana que es va convertir en intensa sense ella esperar
cap premi, l'autora reposa la distinció aconseguida mentre prepara una trobada
amb els seus seguidors porteños.
"Els
lectors, de tots els (premis) que em poden donar, és el que jo aprecio
més", reafirma.”
Pablo
Ramón Ochoa
Agència
EFE
22 de des. 2019
ruido y soledad
Tiempo de ruido y soledad
Crónica novelada de los días de la Gran Crisis
Felipe Alcaraz
Editorial Almuzara, 2012
Páginas: 304
Crónica novelada de los días de la Gran Crisis
Felipe Alcaraz
Editorial Almuzara, 2012
Páginas: 304
“La novela de Felipe Alcaraz, Tiempo de ruido y soledad (Editorial Almuzara), lleva como
subtítulo “Crónica novelada de los días
de la Gran Crisis”. La acción se desarrolla entre el entierro de Marcelino Camacho, que se presenta como
el final de una época, y las elecciones generales del 20N de 2011. Se trata de una novela coral, una especie de
tapiz donde se trenzan varias decenas de hebras en una prosa directa y una
estructura vertiginosa. Un espacio público lleno del ruido de la sociedad
actual donde se cruzan personajes muy conocidos de la política, con sus nombres
reales, con personajes de ficción. Es una crónica casi cinematográfica que, con
el telón de fondo de la crisis económica y social, revela las conspiraciones
políticas que la acompañan, las políticas adoptadas y sus consecuencias
ideológicas, culturales y sociales, en un momento en que la maquinaria
financiera que impulsa al sistema aparece desnuda, sin disfraz alguno, ante la
mirada atónita de la ciudadanía.
En Tiempo de ruido y soledad, que es la
primera entrega de la trilogía “La
disciplina de la derrota” (le han seguido La disciplina de la derrota, en el año 2013 y Serpentario o La agonía de
un régimen, de 2014, ambos en la editorial Almuzara) junto a personajes que
representan al sistema, hay otros que luchan por darle un sentido histórico a
su vida; contiene también, a través de otros personajes, los rasgos de la
derrota de esa cierta izquierda que ha querido combatir a la derecha
pareciéndose a ella o que ha intentado superar la derrota asumiendo los valores
de su adversario y disfrazándolos con los oropeles de la postmodernidad.
En la novela
palpita un tiempo desconcertado donde el ruido de una política convertida en
simulacro sustituye a los colectivos, apáticos y desmovilizados; un personaje
se refiere a esta situación como la crónica no escrita de una paz social
interminable. A la pasividad secular se suma la que recorre el franquismo, la
Transición o la que atraviesa la sociedad española durante los cambios y
ajustes que introduce la estrategia neoliberal. Un ruido, mezcla de espectáculo
y competitividad, cuyo reverso exacto es la soledad, la nueva soledad producida
y extendida por el capitalismo avanzado; se trata de una situación social y
laboral que aísla a la gente a través de un dominio vertical sobre cada uno y
que, en parte, diluye el concepto de clase social y la propia función de los
sindicatos y fuerzas políticas. No es de extrañar la aparición de fenómenos
sociales nuevos, inesperados, entre ellos el movimiento llamado 15-M, los
“indignados”, que funcionan en la novela como una especie de voz colectiva
contra una democracia trucada, sumida en un proceso degenerativo.
Un personaje
femenino, Genara Sampedro, recorre
toda la novela. En ella se sintetizan la lucha por recuperar un sentido
histórico de las cosas a fin de pensar la vida como algo susceptible de ser
cambiado, con un drama personal que contamina sus sentimientos y la atenaza a
través de un complejo de culpa, del que se libra a través de su relación con
otro personaje, inquieto y “remediador”, Luis
Ángel. Tiempo de ruido y soledad
es también una novela de amor, del amor posible en estos tiempos.
Como dice uno
de los personajes, el profesor Gómez
Arboleya: “La soledad es la marca de estos tiempos. Pero lo sabemos. Y eso
sigue siendo importante… que alguna vez podamos hablar sabiendo lo que
sabemos”.”
19 de des. 2019
¿cómo escribir un libro?
Extracto de la crónica publicada
en el medio Multimedia San Roque que
reseña la conferencia dictada por Almudena
Grandes en la localidad de San Roque, Cádiz, este verano, y que inauguraba los Cursos de
Verano en dicha localidad:
“Almudena Grandes ha indicado en la
conferencia, titulada “Cómo escribir un
libro”, que, tras una crisis, “no podía cuidar a mi hija Elisa y al mismo
tiempo escribir, así que me hice con un cuaderno en el que apuntaba notas e
ideas, pasé la crisis en el cuaderno, y a partir de ese momento, organizo toda
mi literatura alrededor de ese cuaderno”.
“Me cuento el
argumento para mí misma, lo hago bien, con adjetivos, adverbios, escribo ese
argumento para seducirme a mí misma. Con mucha calma, así empiezo la novela, volcando
el tema en el cuaderno. Tengo que tomar muchas decisiones y muy difíciles,
normalmente, entre ellas, en qué persona escribo o el número de capítulos.
Además, construyo a los personajes y los describo de manera muy exhaustiva
aunque luego me sobran detalles” ha indicado la autora.
En el cuaderno
también refleja las diferentes cronologías, “cuento muchas historias y deben
encajar todas entre ellas” y la importancia de la estructura que Grandes considera lo más relevante de
la novela, “otorga un valor expresivo fundamental, se trata de la válvula que
regula el desarrollo emocional de los personajes, crea expectativas e interés.
Para mi todos los capítulos tienen que tener las mismas páginas, los mismos
capítulos, simetría, y me considero muy neurótica con este tema. Los andamios
de una novela cuando no se ven, es que está bien estructurada y cuando me
convence la estructura, y la lista de capítulos y lo que va a contar, entonces
me pongo a escribir. Y aquí es dónde toma importancia el cómo”.”
16 de des. 2019
mercè
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font de la
Portaferrisa, en aquest carrer va néixer la Mercè
|
La Mercè, la mare de la nostra entranyable Emma, ens ha deixat avui. Deixem aquí el nostre petit homenatge de
la gent de Vespres Literaris.
Quan l'hora del repòs hagi
vingut per mi
vull tan sols el mantell
d'un tros de cel marí;
vull el silenci dolç del vol
de la gavina
dibuixant el contorn d'una
cala ben fina.
L'olivera d'argent, un
xiprer més ardit
i la rosa florint al bell
punt de la nit.
La bandera d'oblit d'una
vela ben blanca
fent més neta i ardent la
blancor de la tanca.
I saber-me que sóc en el
redós suau
un bri d'herba només de la
divina pau.
Rosa Leveroni
15 de des. 2019
la autora del mes
Entrevista de Clarita Spitz a Almudena Grandes en el marco del V Carnaval Internacional de las Artes celebrado en Barranquilla,
Colombia en el año 2011
“P: Como lectora, ¿cuáles son
tus preferencias? ¿Ha habido alguna influencia no sólo en tu obra sino en tu
vida y tu forma de escribir?
R: Yo creo que he tenido muchísimas influencias como todo el mundo
y para un escritor a veces es más difícil rastrear las influencias propias – se
ve mejor desde afuera. Pero sí puedo hablar de una serie de libros que fueron
capitales para mí. El primero de todos fue uno que me regaló mi abuelo paterno.
Mis lectores saben que en mis libros siempre hay muchos abuelos y muchas
nietas. Todos mis abuelos son ese abuelo y todas las nietas soy yo. Mi abuelo
fue el primer hombre de mi vida y tuve una historia de amor muy potente con él.
Para mi comunión me regaló una versión de La
Odisea para niños, en prosa y ése fue el primer libro que yo leí en primera
persona del plural. Tardé mucho en comenzarlo porque me decepcionó mucho el
regalo; yo pensaba que me iba a dar algo más especial que un libro – yo tenía
la ilusión de un tutú de ballet azul celeste. Sin embargo cuando lo empecé,
desde el primer momento en vez de leer Ulises yo leía nosotros; me impliqué de
tal manera que creo que ése fue el libro que me hizo escritora. Un clásico,
aunque pueda parecer apabullante, me hizo pensar en que quería escribir, pero
no sabía como quien. El segundo libro que recuerdo que me influyó mucho, como
para compensar y para bajar el nivel, fue Mujercitas
porque me enseñó que quería escribir como Josephine
March – o sea, me dio un modelo. Yo no tenía mujeres escritoras en mi
entorno. Pero tenía a Jo March en el
libro.
P: De Benito Pérez Galdós además de la admiración, ¿siente que ha
influido en alguna manera en su obra?
R: Tuve una experiencia básica como lectora y como escritora a mis quince
años, cuando descubrí a Galdós, que
ha sido un escritor muy importante para mí. Lo descubrí por casualidad y
también a través del abuelo aunque él ya no vivía porque en la casa donde
veraneábamos, en la sierra de Madrid, había pocos libros. Mi madre me daba
dinero para comprar en la feria del Libro, pero a mediados de julio me los
había leído todos. Cuando me había leído todo lo que había en esa casa, después
de darle muchas vueltas me atreví a coger esos libros que me daban tanto miedo
y tuve la suerte que la primera novela que encontré fue Tormento de Benito Pérez
Galdós, me deslumbró mucho, me di cuenta de lo difícil que era el país en
el que yo vivía. Porque para una niña del franquismo la historia de un cura que
persigue a una huérfana y la hunde, era como de ciencia ficción. ¿Cómo es
posible que aquí haya pasado algo así? ¿Qué clase de vida había en este país
para que un escritor haya podido contar esto? Galdós fue fundamental para mí como lectora y luego como escritora.
Creo que los maestros del XIX son los auténticos amos de este género, los que
sabían de verdad qué era escribir una novela.
P: ¿A qué atribuyes esto?
R: Yo creo que el siglo XIX fue la gran época de la novela porque
en aquel momento los novelistas todavía eran salvajes e inocentes y entonces
podían asumir la tarea de crear mundos completos. Cuando pienso en Galdós, Tolstoi, Flaubert o Dickens veo como una sabana africana
inmensa con un árbol o dos, una manada de elefantes y delante un personaje
pequeñito mirándolo todo. Tenían el mundo entero para ellos. Sin embargo,
cuando pienso en mi o cualquier escritor contemporáneo y veo a un personaje, lo
veo del mismo tamaño pero, en una autopista de California con diecisiete carriles
prohibidos, semáforos y desvíos. Nosotros hemos perdimos la inocencia y el
estado salvaje. Deberíamos aspirar a la ambición de aquellos escritores, aunque
no estamos en la misma situación sigo pensando que un novelista puede aspirar
legítimamente a crear un mundo completo, a crear mundos completos.
P: ¿Qué significó para ti
comenzar la carrera con la Sonrisa Vertical?
R: Fue un azar, algo muy extraño. Creo que las primeras novelas
siempre son extrañas porque cuando uno escribe su primer libro ni siquiera sabe
si está escribiendo un libro o un texto que va a acabar en un cajón. Cuando
escribí Las Edades de Lulú no les
ponía cara a los editores, ni a los críticos, ni a los lectores, ni cuando
pasaba por delante de una librería tenía idea de que iba a estar al cabo de un
tiempo en ese escaparate.
Había empezado cientos de novelas
sin pasar del primer capítulo. Lo que hacía invariablemente era escribir uno o
dos folios y los guardaba en un cajón; a las dos semanas los sacaba me parecían
horribles y los rompía. Con Lulú fue como con todo lo demás, escribí siete
folios, los guardé en un cajón los saqué y dije ah, ¡esto está bien!
Escribí Las edades de Lulú en un estado de inocencia y de salvajismo casi
decimonónico y al final fue algo distinto a lo que pensaba, yo pretendía
escribir una novela entre erótica, negra y sarcástica.
P: ¿Y qué pasó entonces?
R: Al principio ves con mucha claridad una situación. Siempre parto
de una imagen, pero cuando esa imagen ya ha avanzado un poco tienes que
contestarte a ti misma: ¿Esta quién es? ¿Por qué hace esto? ¿Qué le ha pasado?
En un momento dado la novela cambió de dirección, fue por donde le dio la gana,
empecé a seguir a Lulú en vez de seguir mi plan. Cuando terminé pensé que había
escrito una novela erótica, poco convencional y que la podría mandar a un
certamen.
P: Las edades de Lulú se ha definido de muchas maneras: erótico,
provocador, sexual, pornografía – hoy en día, ¿te molesta que te hablen de este
libro?
R: No me molesta. Yo le tengo mucho cariño a este libro, que ha
hecho por mi mucho más de lo que la inmensa mayoría de los libros hacen por sus
autores. Tengo una relación muy buena con él – cuando habían pasado quince años
desde que lo publiqué y se habían extinguido los derechos de autor, lo corregí.
Me parecía una novela buena pero que estaba muy mal escrita. Todo el mundo me
preguntó si había quitado escenas sexuales, pero no, le quite “mentes”, era insoportable la cantidad de adverbios que
tenía la novela. Lulú ha sido muchas
de mis primeras veces. Triunfó como novela generacional porque una generación
de españoles la asumió como una especie de educación.
P: Hay una línea muy sutil
entre lo que es erótico y lo pornográfico o vulgar. ¿Dónde está esa línea?
R: No lo sé. La diferencia
del erotismo y la pornografía, aparte de la etimológica, tiene que ver con la
actitud del receptor del mensaje, tiene que ver con la actitud del lector. Hay
gente para la que cualquier cosa es pornográfica y gente que establece un límite
de lo que es capaz de sentir o comprender. Es uno de los pilares de la
literatura contemporánea. No tiene que ver con la calidad de una obra
artística. Se podría hacer una aproximación y decir que la buena literatura es
erótica y la mala es pornografía. Un buen escritor puede escribir sobre
cualquier cosa y puede hacer literatura de cualquier tema y un mal escritor no
tiene esa capacidad. Es curioso como cuando alguien escribe una novela erótica
todo el mundo supone que tiene una vida [sexual] tremendamente intensa y cuando
alguien escribe novelas de asesinatos nadie supone que se ha cargado a su
vecino, ni se supone que un escritor que escribe ciencia ficción haya tenido
contactos en la tercera fase.
P: ¿Por qué siempre novelas?
R: Yo vengo de una familia de poetas aficionados. Para mí la poesía
era el género de los adultos, el género solemne, lo difícil; estaba abocada a
enamorarme de un poeta, era como un destino y fue así, mi marido es poeta.
Nunca se me ocurrió meterme por la poesía, lo que me gustaba leer era novelas,
era una lectora voraz y sigo siéndolo. Para escribir antes ha habido que leer.
Empezar a escribir es una consecuencia de haber leído mucho, es como atravesar
el espejo, como cuando Alicia atraviesa el espejo. Leer y escribir son actos
especulares.
P: Inés y la Alegría es la
primera de la serie de seis novelas históricas que titulaste Episodios de una guerra interminable. Cuéntanos un poco cómo surge este proyecto.
Alguna vez has dicho que la literatura llena los huecos que deja la historia
¿Qué encuentras tú para rellenar esos huecos, esos vacíos de Historia con la
historia?
R: Tenía ganas de escribir una novela de mil páginas porque es el
estigma de Cervantes: Una vez en la
vida tienes que escribir una novela de mil páginas. Cuando terminé de escribir El corazón helado me quedé un poco
vacía. Era difícil encontrar que escribir después. Otra novela de mil páginas
no podía ser. Tampoco podía escribir una
novela negra de doscientas páginas porque mis lectores se iban a sentir muy
desorientados.
Aparte El corazón helado es una obra muy peculiar que a mí me afectó
mucho, porque es verdad que la novela es mía pero el tema no es mío, es de
todos mis compatriotas. Es el gran tema pendiente de mi generación. No era
fácil continuar después de eso.
Cuando yo empecé a escribir El corazón helado yo creí que ya lo
sabía todo sobre la Guerra Civil española que es una cosa que suele pasar a los
españoles, todos creen que lo saben todo sobre la Guerra Civil. Pero había un
par de temas que yo no dominaba mucho y empecé a leer para cubrir lo que pensé
que eran unas par de lagunas pequeñas y entonces descubrí que yo no sabía nada.
La Historia y la historia son la
realidad y la ficción. Cuando descubrí que yo no sabía nada sobre la Guerra
Civil me enganché al tema, empecé a leer ya no para documentarme, leía para mí,
para comprender y mientras lo hacía fui descubriendo historias de la posguerra
que me gustaban mucho. Me parecía que tenían una novela detrás, pero ya no
podía meterlas en la mía porque yo había exiliado a los republicanos, entonces
si yo contaba el exilio no podía contar la posguerra en el interior, era
incompatible.
Tenía una serie de historias que
me daban vueltas en la cabeza, que pensaba en ellas de vez en cuando, las
mimaba, las sacaba a tomar el aire, sabía que tenía algo allí. La más
impresionante de todas era la de la invasión del Valle de Arán, el hecho de que
un ejército de 4000 hombres cruzara los Pirineos en octubre del año 1944 para
liberar un valle, intentando forzar una invasión aliada.
Me fascinó la historia en sí y
más me fascinó que yo no supiera nada. Como siempre escribo a partir de una
imagen, imaginaba una mujer a caballo que iba hacia los guerrilleros con una
pistola y cinco kilos de rosquillas, no sé porqué, pero las había. Quitando las
rosquillas era una imagen como de un western y por eso decidí hacer un guión de
cine. Durante un año y medio estuve trabajando en versiones que no acabaron de
salir sobre todo porque la película era muy cara. Le di vueltas y en un momento de ese proceso
comprendí que tenía que escribir una novela, porque es lo que yo sé hacer. Lo
que todas esas historias que yo tenía en la cabeza me iban a permitir hacer era
una interpretación moderna y personal de los Episodios nacionales de mi querido Don Benito. He sacado el primero, Inés y la alegría y quedan cinco.
P: En tu opinión ¿el autor
sacrifica algo al entregar un texto para hacer una película?
R: Me parece que no es bueno
hablar de cine y literatura, que es más justo hablar de novelas y películas a
mi me han hecho seis, tres no me gustan, dos me gustan y una, Castillos de cartón, me parece una
atrocidad de película.
Las edades de Lulú fue mi primera experiencia en todo, colaboré en
el guion y eso me permitió comprender que no tenía que hacerlo nunca más. Hubo
un momento en el que me di cuenta que para la película yo era absolutamente
prescindible.
Creo que la actitud más razonable
para un escritor que vende una novela es aceptar que has vendido una historia
para que la cuenten de otra manera y que tú no eres responsable de esa
historia.
Hay una anécdota del dramaturgo Benavente que cuando le llamaban del
cine un director o un productor para llevar su obra al cine preguntaba, ¿cuánto
me van a pagar por los destrozos?
P: Lo que escribe sucede en
España, pero eso ¿sucede necesariamente en España o podría ser universal?
R: Yo espero que aunque sea un tema español pueda tener lectores
fuera de España. La única forma de llegar a lo universal es empezar por lo
local. Esos abordajes teóricamente universales suele salir fatales porque es
muy mal punto de partida. Hay que escribir sobre lo que se conoce, sobre lo que
uno tiene cerca y de lo que a uno le interesa. Luego lo que ocurre es el
milagro de la comunicación, que se asienta en el principio de que todos los
seres humanos somos básicamente parecidísimos.
P: Entre Las edades de Lulú y los Episodios
de una guerra interminable ¿qué giros significativos señalarías en tu
trayecto como novelista?
R: Supongo que no soy la única escritora a la que le pasaba que las
novelas se le iban por donde ellas querían.
La madurez en mi obra es que ahora cuando empiezo una novela la conozco
al ciento por ciento. Tengo un cuaderno con la historia resuelta y la
estructura cerrada, sé cuántos capítulos tiene, lo que pasa en cada uno e
inclusive cuántas páginas va a tener y hasta ese momento no me siento a
escribir. Pero luego hay una emoción inherente en la escritura, es una aventura
y cuando te sientas escribir puede suceder, que lo que has decidido antes no te
sirve para nada.
P: ¿Cuánto tardas en escribir
una novela?
R: Estos últimos proyectos como un año y medio o dos. Yo escribo
muy despacio porque soy muy pesada.
Aunque empiezo con la novela resuelta, una cosa es lo que me cuento a mi misma
pero otra cosa es contarlo. Si yo escribiera siguiendo las notas de mis libros
escribiría novelas muy de prisa y serían muy malas.
P: ¿Qué sientes cuando
terminas una obra?
R: Siento mucha pena. Me hace gracia que a veces en las películas
de Hollywood se ven los escritores eufóricos abriendo una botella de champaña y
saliendo a la calle a celebrar que han terminado. Yo me siento como si me
quedara sin casa, una sensación como de desahucio, porque creo que al escribir,
una novela es un poco mi casa, le da sentido a mi vida. Me levanto todas las
mañanas, me voy al ordenador y vivo una serie de horas en esa casa. Tengo una
vida paralela esperándome en la que me zambullo y mientras escribo llevo
adelante dos vidas a la vez. Cuando estoy escribiendo, lo ideal es ni siquiera
salir a la calle para poder estar cosiéndome en mi cabeza todo el tiempo. Es
una sensación de estar en dos partes a la vez. Terminar una obra es esa sensación
de estar debajo de un puente.
P: ¿Cuándo se termina una
novela? ¿Es sencillo dar por concluida una creación?
R: No. Soy muy pesada, pesadísima. Releo continuamente, no lo puedo
evitar. Creo que incluso me perjudica releer tanto. Me pasa una cosa muy graciosa. Al principio
me daba cuenta que me gustaban mucho más los finales de mis novelas que los
principios; es que escribo mejor pensaba, hasta que me di cuenta que me aburro
porque lo he leído tantas veces. Me gustan los finales porque no me los sé de
memoria. Después que termino releo y corrijo mucho, la dejo tres meses en el
congelador y luego vuelvo a leer. Sólo después de todo ese proceso la entrego
oficialmente. Me cuesta mucho trabajo soltarla.”
14 de des. 2019
lendo hoxe
A libraría Terranova é un lugar diferente no
planeta Terra, habitada por libros e almas, un escenario de amores e
resistencia, un refuxio de náufragos da vida, un santuario de animais, un lugar
de memoria e emoción, onde de súpeto aparece no escaparate o letreiro da
Liquidación total de existencias por peche inminente. Cando chega o ultimato e
se pon en marcha o proceso de desafiuzamento, Vicenzo, o libreiro, que arrastra
as secuelas dunha doenza na infancia («O meu corpo é un manifesto!»), revive a
propia historia e a da libraría, mentres tenta facer fronte á especulación e ao
que el chama o Imperio do Baleiro.
Terranova é un lugar de emoción e memoria. Foi
porto de desembarco de libros descoñecidos ou prohibidos, unha especie de Ítaca
entre Europa e América, un territorio de liberdade secreta no franquismo, onde
as «botellas ao mar» do exilio retornan, en xeito de libros, en maletas e baúis
de emigrantes. E será tamén o lugar de acollida para unha personaxe
engaiolante, Garúa, unha moza exiliada arxentina, cuxa chegada transformará a
vida de Terranova en tempos da chamada Transición, aínda perigosos e de gran
incerteza histórica. Galicia, Bos Aires, Madrid, París, Lisboa..., xunto ao
Pulmón de Aceiro, a Cámara Estenopeica, a Terra Escondida, a Memoria Profunda,
o Faro e a Liña do Horizonte, son territorios e espazos reais que tamén
pertencen á xeografía íntima da libraría Terranova.
O último día de Terranova é unha novela de enxeño multiforme onde conflúen os xéneros literarios
entrelazándose a serie negra, o humor da poética surrealista mesturado co da
oralidade popular, e un realismo tan a rentes do chan como transcendente. A
libraría Terranova converterase para quen entre nela nun lugar inesquecíbel.
13 de des. 2019
el último día de terranova y 8
“Estoy de pie
frente al mar y tengo miedo a girarme, a darles la espalda, y que todo
desaparezca para siempre. También ellos. Que cuando me vuelva, solo encuentre
un inmenso vacío partido por la Línea del Horizonte, una línea fósil, sin
recuerdos que se muevan en ella como ahora lo hace Garúa en bicicleta con su
lote de libros en las alforjas. Que de pronto se encienda de día la linterna
del Faro y un destello de luz negra, humeante, recorra la ciudad y enfoque
acusador la fachada de Terranova y el letrero del escaparate en el que escribí:
Liquidación final de existencias por cierre inminente.”
El último
día de Terranova
Manuel
Rivas
Alfagura, 2015
Página 9
“A ver quién anda hoy por la Línea del Horizonte”
El último
día de Terranova
Manuel
Rivas
Alfagura, 2015
Página 275
12 de des. 2019
el último día de terranova, 7
“Hoy nació la
hija de Viana, la chica furtiva. La primera nativa de Terranova. En la Cámara
Estenopeica, con la ayuda de Expectación y de Goa. Si volviese a nacer, me
encomendaría a sus manos. Creo que mi inutilidad resultó eficaz. Yo estaba allí,
compartiendo el estupor de las esferas ante la vida, y de pronto vino Expectación
y me puso en los brazos aquel contrabando.
Se llama Estela.
Estela Marina. ¿Te gusta?
Mucho. Mírala
bien, seguro que ya nace con el nombre tatuado.
Me sorprendió el
tamaño. Qué menuda. Pensé que sería más grande que la madre. Me parecía que se
iba a tambalear toda la librería. Que se harían añicos las esferas. Que
rechinarían las biblias. Todo está mejor ahora. Los gatos, Baleia, todos andan
ojo avizor, imbuidos de una responsabilidad. Incluso olvidé el Síndrome, o el Síndrome
me dio una tregua. Por la tarde las llevamos a ambas, madre e hija, a una cama
grande en el primer piso. Y no vino un médico, sino tres. Tres doctoras. Begoña,
Amparo y Lola, de la tribu de Terranova.
Y fue Lola la que
preguntó por el padre.
El padre es un
inmortal, dije yo, guiñando un ojo a Viana.
Ya se le ve a la
niña, dijo Amparo. Ya sabe reír. Lo normal es que tarde cuarenta días en
aprender a reír. Ya está en Aristóteles.
¡Un ignorante,
ese Aristóteles!, exclamó Expectación. El mío se rio el primer día, nada más
ver a la madre. Servidora.
Zoroastro nació
con la risa en la boca, dijo Begoña. Al parecer, de ahí proviene su sabiduría
astral.
Pues mira, como
el mío, dijo Expectación. Ahora anda por el mar, siguiendo a los astros.
Ella se había
venido de Chor para Terranova cuando el Aviador y Adelaida habían empezado con
los trámites de venta de la Casa Grande. No les tenía ninguna ley: Unos
meapilas, ¡pero de los de la Virgen del Puño! Dombodán, después del estallido
del taller de pirotecnia, oficialmente un accidente por un fallo eléctrico, había
logrado embarcar al fin, pero no en un mercante, sino al cuidado de la
residencia de mascotas en un transatlántico de cruceros turísticos. Ya ves,
dijo Expectación. En el campo ya no queda ganado que cuidar, lo sacrificamos, y
él anda de mayordomo de animales en el Queen Mary. Pero no parará hasta
llegar a Antofagasta.
Me había llamado,
Expectación. Necesitaba un techo.
Le dije que sí,
claro, que me vendría bien un ama de cría.
Seguro, dijo
ella. De pequeño mamabas como una persona mayor.
No quise
explicarle la situación de la librería. Terranova tenía los días contados. Por
el contrario, y después de reírme de mi precoz pasión mamaria, le dije que
necesitaba su ayuda, que con el tiempo sería una buena librera. Con el tiempo,
sí, con el tiempo haría un funeral de primera, se burló. Pero yo insistí, y
mientras hablaba creía en lo que decía.
Desde que la
argentina me enseñó, dijo por Garúa, solo leí un libro. Me gustó tanto que me
dije: ¿Y ahora para qué voy a leer otro? Voy a leer este toda la vida. Y ya
debo de haberlo leído diez o quince veces. Pedro Páramo. Está escrito
con levadura. Lo dejas una noche y fermenta. Se llena de cosas nuevas.
Pues seguro que tú
eres la persona que más sabe en el mundo de Pedro Páramo.
No te digo que
no.
Ya verás. Haremos
un encuentro con los amigos de la librería: Expectación y «Pedro Páramo».
Llegará el día en que vengan catedráticos y todo.
Yo hago lo que tú
me digas.
Suerte que
Expectación estaba ahí para el parto de la chica furtiva.
En mi eficaz
inutilidad, me había pasado toda la noche anterior hablando con Viana.
Ninguno de los
dos podía dormir. Ella estaba a punto de dar a luz. Sentía removerse a la cría.
Abrirse paso. Yo no lograba conciliar el sueño, llevaba ya varias noches de búho,
por culpa del ultimátum. Tenía miedo de que se produjese un desalojo por
sorpresa. Estaba pasando en muchos lugares. No se respetaba la vejez del
inquilino, ni el estado de necesidad, ni siquiera la invalidez. ¿Quién era yo? ¿Qué
significa el cierre de una librería, otro cierre más? Un hueco, un vacío, otro
hueco. El vacío avanza, y por su naturaleza, nadie se da cuenta de ese imperio
hasta verse en el vacío. El desalojo de las almas, el abaratamiento del
cerebro, la pérdida de oxígeno. Los viveros de las librerías, los talleres que
bullen y cantan, las revistas de arte insurgente son los anticuerpos de la
cultura libre que expulsan el vacío. Somos los objetivos de una guerra no
declarada. ¿Dónde está mi Pulmón de Acero? Así veo yo las cosas. Así hablo
solo. Emitiendo en onda corta en La noche de Terranova. No, no le voy a
ir con la llorada ni a Viana. Ella resiste el vacío. Es un anticuerpo contra el
Vacío.
¿Por qué se te
ocurrió venir aquí, Viana?
Pensé que era el
sitio más seguro. Hablé con Zas y estábamos de acuerdo. ¿Qué lugar más seguro
que una librería?”
El último
día de Terranova
Manuel
Rivas
Alfagura, 2015
Página 237-240
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