“Más de una vez he dicho, y nunca
me cansaré de repetirlo, que mi ideario político se ha limitado siempre a
aceptar como legítimo solamente el Gobierno que representa la voluntad del
pueblo, libremente expresada. He de añadir que la palabra “pueblo” no tiene
para mí una marcada significación de clase: del pueblo español forman parte
todos los españoles. Por eso estuve siempre al lado de la República Española,
en cuyo advenimiento trabajé en la modesta medida de mis fuerzas y dentro de
los cauces que yo estimaba legales. Cuando la República se implantó en España,
como una inequívoca expresión de la voluntad política de nuestro pueblo, la
saludé con alborozo y me apresté a servirla, sin aguardar de ella ninguna
ventaja material. Si ella hubiera venido como consecuencia de un golpe de mano,
como imposición de la astucia o de la violencia, yo hubiera estado siempre
enfrente de ella. Yo sé muy bien que dentro de una República se plantean
problemas mucho más hondos que el estrictamente político --son ellos de índole
económica, social, religiosa, cultural, en suma--, y que, dentro de esa
República, caben ideologías no sólo diversas, sino hasta encontradas. Pero por
muy honda y enconada que sea la lucha, la República conserva su legitimidad
mientras la voluntad del pueblo, libremente expresada, no la condene. Por eso
cuando un grupo de militares volvió contra el legítimo Gobierno de la República
las armas que de él había recibido para defenderla de agresiones injustas, yo
estuve, sin vacilar, al lado de ese gobierno desarmado. Sin vacilar, digo, y
también sin la menor jactancia; porque creía cumplir un deber estricto. Los
profesionales de las armas no eran ya el ejército de España; el ejército de
España era entonces, para mí, aquel que el pueblo hubo de improvisar con los
mejores de sus hijos; un ejército tan débil e insuficientemente armado por
fuera, como fuerte y superabundantemente provisto, por dentro, de razón y de
energía moral. Improvisado, digo, con los mejores de sus hijos, y no vacilo en
añadir: con un pequeño grupo de voluntarios propiamente dichos, de hombres
abnegados y generosos que venían a España, sin la más leve ambición material, a
verter su sangre en defensa de una causa justa.”
Antonio Machado
Fragmento de una alocución radiada
del poeta en el programa «La Voz de España»., en Antonio Machado, La Guerra.
Escritos: 1936-39.
El próximo sábado 5 de octubre, en
nuestra ya tradicional ruta poética que inaugura las actividades del curso,
recorreremos los espacios que habitó el poeta sevillano en Barcelona.
Estoy orgullosa que entre aquellos que vinieron de fuera y lucharon juntos con españoles, fueron muchos de mi país,ex-Yugoslavia!Entre ellos, de mi ciudad natal, que de vuelta adquirieron en su apellido como el pseudonim, el anexo al apellido: Español - Španac..
ResponEliminaFadil Jahic- španac, Žikica Jovanović- španac....
👏♥️
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