6 d’oct. 2024

literatura islandesa, i 2


por 
Enrique Bernárdez

en Diccionario Histórico de la Traducción en España (DHTE)


    "Con la pérdida de la independencia, la vida islandesa entró en una prolongada fase de oscurecimiento, que incluyó la literatura. Aunque existió una poesía muy destacada, sobre todo los Himnos de la Pasión (Passíusálmar) de Hallgrímur Pétursson (1614–1674), una de las cumbres poéticas de Islandia, rara vez se tradujeron. Lo mismo sucedió con la novela del siglo XIX, excesivamente tradicional y localista. La modernidad literaria no llegó a Islandia hasta después de la primera Guerra Mundial, fundamentalmente en la poesía, que empezó a alejarse de los metros y temas tradicionales para acercarse a las tendencias modernistas. De poetas como el romántico Jónas Hallgrímsson (1807–1845) o el nacionalista neorromántico Einar Benediktsson (1864–1940) apenas se han traducido poemas sueltos y dispersos, y es con el primer gran poeta del siglo XX, Steinn Steinarr (1908–1958) cuando se empiezan a encontrar traducciones más sistemáticas, debidas las más de las veces al gran pionero en la versión de literatura islandesa, J. A. Fernández Romero.

    A lo largo de los años se han publicado numerosos poemas de varios autores, tanto al castellano como, en menor número, al gallego, y se cuenta asimismo con una espléndida antología de poesía islandesa del siglo XX, en el contexto de las demás nórdicas. La trascendencia de estas versiones en el reducido mundo de la poesía de lenguas poco habituales en España ha sido escasa, por desgracia, y esos poetas siguen siendo desconocidos por la mayoría de los amantes de la poesía, aunque algunos de ellos no desdicen en absoluto de sus contemporáneos de otras áreas lingüísticas más favorecidas. Peor es la situación del teatro islandés, casi totalmente ausente del mercado español, aunque lo mismo puede decirse en el marco europeo. Es un género reciente en Islandia, que nunca ha logrado trascendencia o reconocimiento internacionales. Se cuenta, sin embargo, con una versión meritoria de M. González Campo de una pieza importante de Jóhann Sigurjónsson (1880–1919), el drama Loftur el brujo (Miraguano, 2005), muy próximo a los planteamientos nietzscheanos tan abundantes en las literaturas nórdicas de principios del siglo XX.

    Es en la prosa donde se encuentra un mayor número de traducciones. Las primeras versiones fueron de obras de H. Laxness, a raíz de la concesión del premio Nobel, y después fue Guðbergur Bergsson el autor más traducido, aunque a partir de 2010 el inventario de autores ha crecido espectacularmente. De los autores «clásicos» del siglo, aparte de los ya mencionados, apenas se ha traducido a uno de los grandes novelistas que aportaron aires nuevos a la prosa islandesa, un tanto tradicional hasta Laxness y aún durante su propia actividad. Se trata de Thor Vilhjálmsson (1925–2011), muy traducido a otras lenguas, y de quien se ha publicado en castellano sólo una de sus novelas internacionalmente más reconocidas, Arde el musgo gris (M., Nórdica, 2007; versión de E. Bernárdez). Sirve como muestra, pero es todavía una visión muy limitada del trabajo de este prosista, también poeta y destacado pintor.

    Las demás novelas islandesas publicadas en castellano representan a la generación más reciente, siguiendo una tendencia general por la literatura del momento, también en otras lenguas, y dejando un poco de lado obras de hace ya unos años, por muy significativas que puedan ser para la comprensión de la literatura correspondiente. De ahí que se haya traducido mucho a Sjón (seudónimo de Sigurjón Birgir Sigurðsson, 1962): Tus ojos me vieron (Siruela, 2005), El zorro ártico, (2008), Maravillas del crepúsculo (2010), Los navegantes del tiempo (2014) y El chico que nunca existió (2016), vertidas por E. Bernárdez y publicadas las cuatro últimas por Nórdica). Hallgrímur Helgason (1959): 101 Réikiavik (B., RBA, 2001; versión de Kristin Árnadóttir) y La mujer a mil grados (B., Lumen, 2013, por E. Bernárdez. De Ólafur Ólafsson (1962) apareció Camino a casa (RBA, 2000; trad. de J. A. Fernández Romero) y de Einar Már Guðmundsson (1954), Ángeles del universo por Fernández Romero (Siruela, 1999) vertida también al gallego como Anxos do universo por Elías Portela (Cangas do Morrazo, Rinoceronte, 2006).

    De las mujeres novelistas más importantes se ha traducido algo de Steinunn Sigurðardóttir (un relato breve en 100 años de cuentos nórdicos) pero han aparecido obras de autoras más jóvenes, sobre todo Auður Ava Ólafsdóttir (1958), una de cuyas novelas, Rosa Candida (Alfaguara, 2011; trad. E. Bernárdez), fue un gran éxito editorial, seguida por La excepción (2014) y La mujer es una isla (2012), con planes de nuevas obras, en Alfaguara y versión de Elías Portela. Otra autora con éxito en español, Yrsa Sigurðardóttir (1963), pertenece al nutrido grupo de autores de novela negra, que veremos enseguida. Pero, aunque numéricamente la novela negra «invadió» el mercado, se siguieron publicando novelas «sin género», en algún caso cercanas al de misterio, como la de Steinar Bragi, (1975), El silencio de las tierras altas (B., Destino, 2016, trad. de E. Bernárdez) pero en otros casos son pura literatura, como Illska. La maldad, de Eiríkur Örn Norðdahl (1978), aparecida en 2018 en Hoja de Lata (Gijón), traducida por E. Bernárdez, y la versión, por Fabio Teixidó, de Para Helga (Lumen, 2018) de Bergsveinn Birgisson (1971). Una escritora significativa es Kristín Marja Baldursdóttir (1949), cuya novela La pintora de hielo apareció en Ediciones B (Barcelona) en 2014, traducida por E. Bernárdez. Mención especial merece también Jón Kalman Stefánsson (1963), cuya «Trilogía del muchacho» fue apareciendo en Salamandra, de Barcelona: Entre cielo y tierra, versión de E. Bernárdez, en 2011; La tristeza de los ángeles, versión de E. Portela (2016) y El corazón del hombre (2017), traducida por José Manuel Fajardo al parecer del francés y no del islandés (quizá la falta de traductores del islandés, quizá simples consideraciones económicas, parecen responsables de este paso atrás hacia las «traducciones de traducciones» que se había superado hace años, que encontramos en obras actuales pero también medievales). Finalmente, Kristinn R. Ólafsson (1952) produjo la autoversión española de dos novelas suyas aparecidas en islandés: La saga de Fiolmod el intrépido (RBA, 2005) y Epitafio (Valencia, Brosquil, 2003), único caso de autor bilingüe en islandés y español. Epitafio trata la poco conocida participación islandesa en la Guerra Civil española.

    Aparecieron versiones de relatos cortos de escritoras en un volumen de Ediciones de la Torre (Madrid): Hijas del frío. Relatos de escritoras nórdicas (1997, trad. de K. Ólafsson), que tradujo también la parte islandesa de la antología El vikingo afeitado, sobre la crisis de la masculinidad en el mundo nórdico. Una antología de relatos breves islandeses, traducidos por E. Bernárdez, es Cien años de cuentos nórdicos (De la Torre, 1995). El género de la novela negra, en su versión islandesa, fue inaugurado por la publicación de El último ritual (Suma de Letras, 2006) de Yrsa Sigurðardóttir (1963), novela seguida por Ladrón de almas (2007) y Ceniza (2008), ambas por E. Bernárdez en Suma de Letras (Madrid), y Sé quién eres (2014), Los indeseados (2014) y Mentiras, en Reservoir Books (2017) y traducción de Fabio Teixidó.

    Las obras de esta autora se vieron seguidas por las del principal autor del género, Arnaldur Indriðason (1961), de quien apareció primero, en 2006, Las marismas, en versión de K. Arnadóttir, y enseguida La mujer de verde (2008), traducida por E. Bernárdez, ambas en RBA, donde también aparecieron La voz (2010), El hombre del lago (2010) e Hipotermia (2015) asimismo a cargo de E. Bernárdez, además de Invierno ártico (Círculo de Lectores, 2013) por el mismo traductor. F. Teixidó se ocupó de Pasaje de las sombras (2013), Bettý (RBA, 2017) y En el abismo (2017), todas publicadas por RBA, como Naturaleza hostil (2018), vertida por Albert Beltrán, aunque probablemente no del islandés. Varios de estos textos se tradujeron a su vez al catalán.

    La novela negra islandesa invadió el mercado con grandes éxitos como los mencionados La mujer de verde (que apareció como Silencio sepulcral en otra editorial, en la misma versión) y El último ritual. Otros autores de novela negra islandesa son Árni Thórarinsson (1950) con El tiempo de la bruja (2010, versión de E. Bernárdez) y El domador de insectos (2013, versión de K. Ólafsson), ambas en Ámbar (Barcelona); Óttar Martin Norðfjörð (1980) con La cruz solar (B., Duomo, 2011; versión de E. Bernárdez), y Viktor Ingólfsson (1955), cuya novela El enigma Flatey fue traducida por Elías Portela em 2014 para Alfaguara.

    No es mucha la literatura para niños y jóvenes traducida del islandés. Aparte de Tota y el dedo de papá, de G. Bergsson, han aparecido dos novelas traducidas por Mariano González Campo: Puedes llamarme Bubu (2001) y Traigo un mensaje para Bubu (2003), ambas de Thorvaldur Thorsteinsson (1960–2013) y publicadas por Siruela, se cuenta con la más reciente de Lani Yamamoto (1965) Tina Superfriolera (Nórdica, 2015; versión de E. Bernárdez). K. Ólafsson tradujo relatos infantiles islandeses en la antología nórdica Historias desde el hielo, para RBA (2003).

    En el terreno de la poesía se ha hecho bastante poco. Existen solamente, además, de los poemas traducidos por Fernández Romero en la gran antología de Poesía nórdica (De la Torre, 1999), dos antologías de poeta: Jóhann Hjálmarsson (1939) publicado por Libros del Innombrable (Zaragoza) en 1998, versión de Fernández Romero, o Caballo negro en la oscuridad, de Nína Björk Árnadóttir (1941–2000), traducida por Rafael García Pérez para Torremozas (M., 2018).

    La prosa islandesa traducida, no llega a representar adecuadamente la producción literaria del país, si bien las obras vertidas son, sin lugar a dudas, de gran calidad en su mayoría de los casos. La consecuencia es que, aunque no está normalizada todavía la presencia de la literatura islandesa en España, se ha avanzado muchísimo en poco más de quince años. Tampoco la crítica es demasiado receptiva a las obras traducidas del islandés. De ahí, que no suelan ser habituales los grandes éxitos comerciales, aunque haya alguna excepción, y que no existan prácticamente trabajos académicos sobre esta literatura, que sólo es accesible, precisamente, en traducción."

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