Tu que no puedes Capricho 42 Francisco de Goya 1797-1799 |
Capricho 42.
Tú que no puedes
Comentarios manuscritos del autor:
P:
Quien no dirá que estos dos caballeros son caballerías?
BN:
Los pobres y clases útiles (ver nota uno ) de la Sociedad, son los que llevan a
cuestas a los burros, o cargan con todo el peso de las contribuciones (ver nota
2) del estado.
A:
Las clases útiles (ver nota uno) de la sociedad llevan todo el peso de ella, o
los verdaderos burros a cuestas.
CN:
Los pobres y la gente útil siempre han llevado a cuestas a los burros, e
inútiles.
Nota
uno: Clases útiles son las formadas por
aquellas personas que viven de su trabajo y que además, por no pertenecer a los
estamentos privilegiados –clero y nobleza–, están obligadas a pagar impuestos.
Nota
dos: Contribución: “La cuota o cantidad que paga cada uno para algún fin”
(Academia Española, Diccionario de la lengua castellana, Madrid, 1791).
El texto de Jovellanos: Informe sobre la Ley
agraria describe lo reflejado en la composición de Goya: "las pensiones
más duras y costosas refluyen cada día sobre el labrador por un efecto de las
exenciones dispensadas a otras artes y ocupaciones. (...) Todas las cargas
concejiles agobian al agricultor, mientras tanto que con mano generosa se exime
de ellas a los individuos de otras clases y profesiones".
“No ha bastado agravar su condición haciendo
recaer sobre ella los pechos y servicios de que se dispensaba al clero, a la
nobleza y a otras clases menos respetables; no ha bastado hacer caer sobre ella
el efecto de todas las franquicias concedidas a la industria, (...) y de todas las prohibiciones decretadas en
favor del comercio: las pensiones más duras y costosas refluyen cada día sobre
el labrador por un efecto de las exenciones dispensadas á otras artes y
ocupaciones. Las quintas, los bagajes, los alojamientos, la recaudación de
bulas y papel sellado y todas las cargas concejiles agobian al infeliz
agricultor, Los empleados de la Real Hacienda, los cabos de ronda, guardas,
estanqueros de tabaco, de naipes y pólvora, los dependientes del ramo de la sal
y otros destinos increíblemente numerosos logran una exención no concedida al
labrador. Pero, ¿qué más? Los ministros de la Inquisición, de la Cruzada, de
las hermandades, y hasta los síndicos de conventos mendicantes han arrancado
del gobierno estas injustas y vergonzosas exenciones, haciendo recaer su peso
sobre la más importante y preciosa clase del Estado.
No las pide para ella la Sociedad sin embargo
de que, á ser justas alguna vez, nadie podría pretenderlas con más derecho ni
con mejor título que los que mantienen el Estado. Pero la Sociedad sabe que la
defensa del Estado es una pensión natural de todos sus miembros, y desconocería
esta sagrada y primitiva obligación si pretendiese libertar de ella á los
cultivadores. Corran en hora buena á las armas y cambien la azada por el fusil
cuando se trate de socorrer la patria y defender su causa; pero, ¿será justo
que en el mayor de todos los conflictos se abandonen las aldeas y los campos
por dejar surtidos los talleres, los telonios y los asilos de la ociosidad?
Para desterrar de una vez semejantes
opiniones, solo propondrá la Sociedad á Vuestra Alteza que se digne de promover
el estudio de la Economía Civil, ciencia que enseña á combinar el interés
público con el interés individual y a establecer el poder y la fuerza de los
imperios sobre la fortuna de sus individuos; que considerando la agricultura,
la industria y el comercio con relación a estos dos objetos, fija el grado de estimación
debida a cada uno y la justa medida de protección a que son acreedores; y que
esclareciendo a un mismo tiempo la legislación y la política, aleja de ella los
sistemas parciales, los proyectos quiméricos, las opiniones absurdas y las
máximas triviales y rateras que tantas veces han convertido la autoridad
pública, destinada a proteger y edificar, en un instrumento de opresión y
ruina.”
Informe sobre la Ley Agraria
Gaspar Melchor de Jovellanos
(fragmento)
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