8 de juny 2014

el disbarat de la guerra, 5

Tu que no puedes
Capricho 42
Francisco de Goya
1797-1799
Capricho 42.
Tú que no puedes

Comentarios manuscritos del autor: 

P: Quien no dirá que estos dos caballeros son caballerías?

BN: Los pobres y clases útiles (ver nota uno ) de la Sociedad, son los que llevan a cuestas a los burros, o cargan con todo el peso de las contribuciones (ver nota 2) del estado.

A: Las clases útiles (ver nota uno) de la sociedad llevan todo el peso de ella, o los verdaderos burros a cuestas.

CN: Los pobres y la gente útil siempre han llevado a cuestas a los burros, e inútiles.

Nota uno:  Clases útiles son las formadas por aquellas personas que viven de su trabajo y que además, por no pertenecer a los estamentos privilegiados –clero y nobleza–, están obligadas a pagar impuestos.

Nota dos: Contribución: “La cuota o cantidad que paga cada uno para algún fin” (Academia Española, Diccionario de la lengua castellana, Madrid, 1791).


El texto de Jovellanos: Informe sobre la Ley agraria describe lo reflejado en la composición de Goya: "las pensiones más duras y costosas refluyen cada día sobre el labrador por un efecto de las exenciones dispensadas a otras artes y ocupaciones. (...) Todas las cargas concejiles agobian al agricultor, mientras tanto que con mano generosa se exime de ellas a los individuos de otras clases y profesiones".


“No ha bastado agravar su condición haciendo recaer sobre ella los pechos y servicios de que se dispensaba al clero, a la nobleza y a otras clases menos respetables; no ha bastado hacer caer sobre ella el efecto de todas las franquicias concedidas a la industria, (...)  y de todas las prohibiciones decretadas en favor del comercio: las pensiones más duras y costosas refluyen cada día sobre el labrador por un efecto de las exenciones dispensadas á otras artes y ocupaciones. Las quintas, los bagajes, los alojamientos, la recaudación de bulas y papel sellado y todas las cargas concejiles agobian al infeliz agricultor, Los empleados de la Real Hacienda, los cabos de ronda, guardas, estanqueros de tabaco, de naipes y pólvora, los dependientes del ramo de la sal y otros destinos increíblemente numerosos logran una exención no concedida al labrador. Pero, ¿qué más? Los ministros de la Inquisición, de la Cruzada, de las hermandades, y hasta los síndicos de conventos mendicantes han arrancado del gobierno estas injustas y vergonzosas exenciones, haciendo recaer su peso sobre la más importante y preciosa clase del Estado.
No las pide para ella la Sociedad sin embargo de que, á ser justas alguna vez, nadie podría pretenderlas con más derecho ni con mejor título que los que mantienen el Estado. Pero la Sociedad sabe que la defensa del Estado es una pensión natural de todos sus miembros, y desconocería esta sagrada y primitiva obligación si pretendiese libertar de ella á los cultivadores. Corran en hora buena á las armas y cambien la azada por el fusil cuando se trate de socorrer la patria y defender su causa; pero, ¿será justo que en el mayor de todos los conflictos se abandonen las aldeas y los campos por dejar surtidos los talleres, los telonios y los asilos de la ociosidad?
Para desterrar de una vez semejantes opiniones, solo propondrá la Sociedad á Vuestra Alteza que se digne de promover el estudio de la Economía Civil, ciencia que enseña á combinar el interés público con el interés individual y a establecer el poder y la fuerza de los imperios sobre la fortuna de sus individuos; que considerando la agricultura, la industria y el comercio con relación a estos dos objetos, fija el grado de estimación debida a cada uno y la justa medida de protección a que son acreedores; y que esclareciendo a un mismo tiempo la legislación y la política, aleja de ella los sistemas parciales, los proyectos quiméricos, las opiniones absurdas y las máximas triviales y rateras que tantas veces han convertido la autoridad pública, destinada a proteger y edificar, en un instrumento de opresión y ruina.”
Informe sobre la Ley Agraria

Gaspar Melchor de Jovellanos
(fragmento)

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