12 d’abr. 2015

els propòsits de Lin

“Este es un testimonio personal, un testimonio de mi propia experiencia de pensar y de vivir. No tiene la intención de ser objetivo ni pretende establecer verdades eternas. En verdad, desprecio casi las pretensiones de objetividad en filosofía; lo que vale es el punto de vista. Me hubiera gustado llamarle "Una filosofía lírica", empleando la palabra "líricaen el sentido de perspectiva sumamente personal e individual. (…)

También me habría gustado escribir el libro entero en forma de diálogo, como los de Platón. Es una forma muy conveniente para las revelaciones personales, inadvertidas, para apuntar las significativas trivialidades de nuestra vida diaria, y sobre todo para un ocioso ambular por los prados del pensamiento dulce, silencioso, Pero no lo he hecho. No sé por qué. (…)

No soy original. Las ideas manifestadas aquí han sido pensadas y expresadas por muchos pensadores de Oriente y Occidente una y otra vez. (…)  Son, no obstante, mis ideas; han devenido parte de mi ser. (…)

No soy profundo, ni muy leído. Si uno es demasiado culto, no sabe cuándo el bien es bien y el mal es mal. No he leído a Locke, a Hume o a Berkeley, ni he seguido un curso universitario de filosofía. Técnicamente, mi método y preparación están mal, porque no leo filosofía, sino que leo la vida de primera mano. Es una forma poco convencional de estudiar filosofía. Algunas de mis fuentes son: la señora Huang, un ama de mi familia que tiene todas las ideas que forman la crianza de una mujer en China; la patrona de un batel de Soochow con su abundante uso de exclamaciones; un motorista de tranvías de Shanghai; la esposa de mi cocinero; un cachorro de león en el zoológico; una ardilla en el Central Park de Nueva York; un camarero que dijo una frase acertada; aquel escritor de una columna sobre astronomía… (…)

Privado así de un aprendizaje académico en filosofía, tengo menos temor de escribir un libro acerca de ella. (…)  Hay un método de apelar al juicio intuitivo, de pensar ideas propias y formarse juicios propios e independientes, y de confesarlos en público con infantil osadía, y a buen seguro algunas almas similares en otro rincón del mundo convendrán con uno. Una persona que se forma sus ideas de esta manera se asombrará a menudo al descubrir cómo otro escritor dijo exactamente las mismas cosas y sintió exactamente lo mismo, pero expresó quizá las ideas con mayor facilidad y mayor gracia. Entonces es cuando descubre al autor antiguo, y el autor antiguo le sirve de testigo, y para siempre se hacen amigos en espíritu. Tengo por colaboradores al escribir este libro una compañía de almas afables, que espero me querrán tanto como las quiero. Porque en un sentido muy real, estos espíritus han estado conmigo. En la preparación de este libro, unos pocos de mis amigos me han servido especialmente con sus colaboraciones y consejos: Po Chüyi del siglo octavo. Su Tungp' o del undécimo, y ese gran conjunto de espíritus originales de los siglos XVI y XVII: el romántico y voluble T'u Chí ihshui; el juguetón, el original Yüan Chunglang; el profundo, el magnífico Li Chowu; el sensitivo y modernizado Chang Ch' oo; el epicúreo Li Liweng; ese viejo hedonista, feliz y alegre, de Yüan Tsets´ai, y el bullente, el bromista, el efervescente Chin Shengt´an; almas poco convencionales todas, hombres con demasiado juicio independiente y demasiado sentimiento por las cosas para que gusten a los críticos ortodoxos, hombres demasiado buenos para ser “morales” y demasiado morales para ser “buenos” para los confucianos. También hay otros que pertenecen a la ilustre compañía de los “Anónimos" de todos los países .y todas las épocas, que en un momento inspirado dijeron algo con más sabiduría de la que habían mostrado jamás, como los padres desconocidos de grandes hombres. Finalmente, hay otros más grandes aun, a quienes miro más como maestros que como compañeros de espíritu, cuya serenidad de comprensión es tan humana y empero tan divina, y cuya sabiduría parece haber surgido enteramente sin esfuerzo porque se ha hecho completamente natural. Tal es Tschuangtsé, y así es T´ao Yüanming cuya sencillez de espíritu desespera a los hombres más pequeños. (…)

Además, he escogido hablar como moderno, compartiendo la vida moderna, y no sólo como chino; dar solamente lo que he absorbido personalmente en mi ser moderno; y no actuar apenas como un traductor de los antiguos."

L a  i m p o r t a n c i a  d e  v i v i r

L i n  Y u t a n g


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