Invisible
Eloy Moreno
Nube de Tinta, 2020
páginas: 17-18
"Ya me ha vuelto a pasar lo mismo.
Me acabo de despertar temblando, con el corazón golpeándome las
costillas, como si quisiera escapar del cuerpo, y con la sensación de que un elefante está sentado en mi pecho.
Hay veces que me cuesta tanto respirar que pienso que si no abro mucho la boca me voy a quedar sin aire.
La buena noticia es que ahora ya sé qué hacer. Me lo explicaron el primer día que llegué aquí, bueno, el tercero, porque de los dos primeros días no recuerdo nada.
Tengo que empezar a contar del uno al diez mientras inspiro y espiro lentamente, intentando que, poco a poco, mi cuerpo se calme, el corazón vuelva a su sitio y ese elefante se marche.
Uno, dos, tres… inspiro y espiro.
Cuatro, cinco, seis… inspiro y espiro.
Siete, ocho, nueve y diez, inspiro y espiro…
Y vuelvo a empezar.
También es importante que, al despertar, no me asuste. Me han dicho que intente recordar que estoy en un lugar seguro, que no me ponga nervioso… para evitar que me ocurra como la primera noche que, en cuanto abrí los ojos, me asusté tanto que comencé a gritar.
Y eso hago ahora: intento no asustarme, espero a que en mis ojos vaya entrando la poca luz que hay alrededor, una luz que poco a poco me ayuda a distinguir todo lo que hay alrededor.
Uno, dos, tres, inspiro y espiro…
Cuatro, cinco… inspiro y espiro…
Seis, siete…
Parece que funciona, parece que ya no tiemblo, que mi corazón va más despacio y que ese elefante sentado en mi pecho ya se ha levantado.
Me quedo quieto."
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