5 d’oct. 2024

literatura islandesa, 1

 

por Enrique Bernárdez

en Diccionario Histórico de la Traducción en España (DHTE)


    "Las literaturas de lengua española y lengua islandesa han estado alejadas durante siglos. La literatura islandesa ha sido casi totalmente desconocida en los países de lengua española hasta hace muy poco tiempo, pese a un tímido intento a fines de los años 50 del siglo XX, a raíz de la concesión del premio Nobel de Literatura de 1955 a Halldór Laxness. Sólo Jorge Luis Borges se ocupó de Islandia, pero su interés quedó siempre limitado a la época medieval. Existen, sin embargo, puntos de contacto a lo largo de la historia, aunque se trata fundamentalmente de la existencia de composiciones autóctonas e independientes en ambas lenguas a partir de obras europeas, y por lo general en la Edad Media. Un repaso de la traducción de obras islandesas en España es, al mismo tiempo, un recorrido por los momentos clave de esa literatura: la Edad Media, época de las Eddas y las Sagas, y el siglo XX, así como el momento actual. Esta secular ignorancia (e indiferencia) de lo islandés hace que tampoco haya existido, hasta hace apenas una decena de años, bibliografía secundaria, y que las huellas de esa literatura sean frecuentemente difíciles de rastrear. No hay duda de que algunos autores contemporáneos han representado auténticos éxitos en la crítica, y en algunos casos las buenas críticas fueron acompañadas de éxitos de ventas. Los comienzos de la traducción de obras medievales islandesas coinciden con una creciente afición de lectores y editores por los temas históricos, muy especialmente la novela histórica, y de forma más concreta por el medievo. Esto explica también que algunas de las obras traducidas fueran objeto de diversas ediciones, en la misma o en distintas editoriales. Por otra parte, y en mucho mayor grado que en literaturas más familiares, el acceso a la literatura islandesa de cualquier época está prácticamente limitado a las traducciones: al castellano o, cuando no existen, a las versiones inglesas o francesas; pocos son los lectores capaces de leer el islandés antiguo o moderno, entre otros motivos porque no existen estudios de esa lengua en ninguna institución española.

    La cuestión del inicio de la literatura islandesa es compleja y se complica más todavía porque buena parte de los textos «nórdicos» (con excepción del finés y otras lenguas de su familia lingüística) más antiguos han llegado hasta nosotros solamente a través de Islandia. Recordemos que la isla del norte fue colonizada a partir del año 875, que adoptó oficialmente la religión cristiana en torno al año 1000, y que ya en el siglo XI, pero sobre todo a partir del XII, empezaron a ponerse por escrito obras nuevas, traducciones del latín y otras lenguas (como el inglés antiguo), así como textos tradicionales que se seguían transmitiendo oralmente. En realidad, la forma ordenada y pacífica en que Islandia adoptó el cristianismo, con toda su infraestructura cultural, permitió la conservación de tradiciones paganas que fueron eliminadas drásticamente en otros territorios nórdicos, para dar carácter de exclusividad a lo cristiano. En lugares como Dinamarca, donde el cristianismo es también antiguo, el peso del latín hizo que algunos textos de origen pagano se diesen en esa lengua, en vez de la vernácula. Sucedió así con la Historia de los Reyes Daneses de Saxo Gramático, traducida por Santiago Ibáñez Lluch, y otros textos que sólo existen entre nosotros en forma parcial, como el relato de Adán de Bremen y otros de diverso origen no germánico.

    Los textos más antiguos son, indudablemente, los rúnicos. Por los romanos solamente se sabe que los germanos contaban con poemas heroicos tradicionales, aunque no nos proporcionan ningún ejemplo. En escritura rúnica, nacida probablemente a comienzos de la era, apenas hay textos que se considerarían ahora como literarios. Una excepción es sin duda, precisamente, uno de los textos más antiguos, el que remataba uno de los perdidos cuernos de oro de Gallehus, en la actual Dinamarca, que mostraba todas las características de lo que se llamó «verso largo germánico». Hay traducciones, incluso con análisis filológico, en varias obras generales sobre cultura y literatura germánicas antiguas (Los mitos germánicos de Enrique Bernárdez, M., Alianza, 2002 y Mitología nórdica, de 2017, también en Alianza). Una obra pionera y fundamental, como es Las antiguas literaturas germánicas redactada por J. L. Borges con la ayuda de Delia Ingenieros primeramente, y con María Kodama en una edición posterior (México, FCE, 1951; reed. en 2003), ofrece breves retazos; lo mismo sucede en las Literaturas germánicas medievales de Borges y M.ª Esther Vázquez (Buenos Aires, Falbo, 1966; reed. Alianza, 2008). Sin embargo, sólo una inscripción, precisamente la más larga, la de Rök, en Suecia, contiene un fragmento perteneciente, sin duda alguna, a un poema más amplio.

    Pero la literatura nórdica propiamente dicha comenzó con las Eddas y las Sagas. Las primeras constituyen una extensa colección de poemas en metro tradicional germánico (semejante al de Beowulf y otros poemas anglosajones, o al Hildebrandslied alemán), y de orígenes geográficos y cronológicos muy diversos. Algunos son exclusivamente nórdicos, otros parecen pangermánicos, como los referentes al mito de Sigurd/Sigfrido y el oro del Rin. Algunos son muy antiguos, otros debieron de ser compuestos casi contemporáneamente con la recopilación misma. Ésta se puso por escrito en Islandia a mediados del siglo XIII, y seguramente varios de los poemas se compusieron en la isla, aunque se sabe que alguno procede de las islas Feroe o de Groenlandia, que formaban parte por entonces del ámbito lingüístico y cultural islandés. Naturalmente, en todos los casos es plausible imaginar que los poemas «matriz», que podían tener siglos de antigüedad, se habían ido modificando siglo tras siglo, como es habitual en los textos tradicionales, aunque la perfecta conservación de los metros tradicionales en Islandia hizo que la lejanía respecto a los originales fuera escasa. No debe olvidarse, a este respecto, que hasta hoy mismo pervive en Islandia una forma idiosincrásica de poesía popular cantada, llamada rímur («rimas»), que tanto en el metro poético como en el vocabulario y las formas de sintaxis poética dislocada, pero también en las formas musicales utilizadas, es una clara continuación de la tradición de Eddas y escaldas. Con excepción de algún fragmento incluido en novelas contemporáneas, como Gente independiente, de H. Laxness, no existe traducción de ninguno de los numerosos y a veces larguísimos ciclos de rímur, ni una antología de estos poemas tradicionales y actuales.

    Sea como fuere, la primera obra islandesa, o nórdica, de auténtica importancia literaria y suficiente trascendencia internacional, es la Edda, llamada también Edda mayor o Edda poética. En otras lenguas europeas, sobre todo en el norte del continente, se tradujeron en su totalidad a lo largo del siglo XIX. España no fue una excepción en ese interés generalizado, y en 1856 se publicó en Madrid (Imprenta La Esperanza) una versión de ambas Eddas que se presenta como «traducida de la antigua lengua escandinava» por Ángel de los Ríos, aunque seguramente se hizo a través del francés. Otra obra que recibe el nombre de Edda es de un carácter muy distinto a la Edda mayor, aunque está estrechamente relacionada con ella; se trata de Edda de Snorri o de Edda menor, obra de Snorri Sturluson (1174–1241), que no se tradujo hasta principios de los años 1980: J. L. Borges (La alucinación de Gylfi; M., Alianza, 1983), Luis Lerate (Edda Menor; Alianza, 1984, reed. en 2008) y E. Bernárdez (Textos mitológicos de las Eddas; M., Editora Nacional, 1982, con nueva ed. en M., Miraguano, 1988) sacaron al mercado casi el mismo texto, aunque la edición de Bernárdez comprendía pasajes de la Edda mayor de contenido mitológico; Lerate publicó más tarde una edición completa de la Edda mayor (Alianza, 1986; varias reed.).

    Otro género poético fundamental es el representado por la poesía escáldica y sus practicantes, los escaldas, poetas cortesanos que escribieron entre los siglos IX y XIV complejos poemas en los que las formas tenían más importancia que el contenido. Estos poemas se han conservado, en su mayor parte, integrados en las sagas. De ahí que los poemas escáldicos hayan aparecido en castellano dependiendo de las sagas en las que se encuentran. Es lo que sucede con las composiciones de Egill Skallagrímsson, que aparecen en su espléndida saga, traducida por E. Bernárdez (Editora Nacional, 1983; nueva ed. Miraguano, 1996). Existe, sin embargo, una colección de poemas nórdicos antiguos, debida a L. Lerate, en la que se encuentran también poemas de este tipo (Poesía antiguo–nórdica; Alianza, 1993). La complejidad formal ha presentado no pocas dificultades a los traductores, que por regla general han optado por soluciones que simplifican el original, si bien manteniendo un texto suficientemente anómalo en castellano como para que el lector se dé cuenta de que la lengua que se está utilizando no es la misma que la del texto en prosa que lo rodea.

    Lo cierto es que, como el número de sagas aparecidas en castellano es ya elevado, se cuenta al mismo tiempo con versiones de muchos de estos poemas. Las sagas en cuestión representan el género más genuinamente islandés en la literatura medieval. Se trata de relatos en prosa, de longitud muy variable, que suelen contar la vida de personajes islandeses de especial importancia. Se escribieron fundamentalmente entre los siglos XII y XIV, con una forma objetiva, lenguaje sencillo y sintaxis poco complicada. Las primeras sagas traducidas al castellano lo fueron del inglés: Saga de los groenlandeses y Saga de Erik el Rojo (en un mismo volumen, en versión de Antón y Pedro Casariego; M., Siruela, 1993). Directamente del islandés son las versiones de la Saga de Njáll por E. Bernárdez (M., Alfaguara, 1986; nueva ed. revisada Siruela, 2003), diversas sagas breves y þættir o sagas equivalentes a relatos breves, como los contenidos en la antología Sagas islandesas del mismo traductor (M., Espasa–Calpe, 1984) y luego otras a cargo de diferentes traductores.

    De los otros textos medievales de interés histórico apenas se ha traducido nada al castellano, excepto en forma de fragmentos en obras diversas; aunque existe una traducción del Landnámabók, libro en el que se narran los primeros tiempos de la colonización de Islandia, con riquísima información histórica y cultural acompañada de un innegable interés literario, pues encontramos breves þættir con hechos especialmente memorables. Una excepción digna de mencionarse es la versión de una parte de la Historia de Saxo Gramático, monje danés que escribió, en cuidado y cultísimo verso latino, una historia de los reyes del Norte que contiene elementos reconocibles como textos islandeses. Hay otros libros medievales que vieron la luz en España; se puede mencionar un antiguo código legal sueco, Las Leyes del Gulathing (Salamanca, U. de Salamanca, 2005, por M.ª Pilar Fernández y Teodoro Manrique) o la versión islandesa del Roman de Tristan de Thomas, que, además, fue la primera obra medieval que se vertió del islandés al castellano, por Álfrún Gunnlaugsdóttir, acompañada de un extenso estudio (Tristán en el Norte; Reikiavik, S. Árna Magnússonar, 1978). Llama la atención asimismo que se cuente en castellano con una saga rara vez traducida, la Saga de Bósi, obra de Mariano González Campo (Valencia, Tilde, 2003), que es uno de los poquísimos ejemplos de relato con elementos eróticos. Es un indicio, sin duda, de que la traducción de la literatura nórdica medieval posee ya una clara entidad en España.

    Un género peculiar de toda la Europa medieval, y que tiene también su gran papel en el Norte, son las baladas. Las islas Feroe son el único lugar donde han permanecido vivas hasta hoy: no sólo los textos antiguos, sino también las melodías, la forma de bailarlas en grupo, e incluso la composición de baladas de tema nuevo, además de las que se fueron componiendo a lo largo de los siglos desde finales de la Edad Media. El castellano es casi la excepción al contar con una cuidada versión de algunas de las más conocidas: Saga de los feroeses (Miraguano, 2008; trad. de M. González Campo).

    Los cuentos populares no son literatura medieval, ciertamente, aunque no carecen de relación con ella, sino todo lo contrario. Muchas veces se trata de leyendas que explican el origen de algún elemento peculiar del paisaje. No existe ninguna colección de cuentos islandeses en castellano, aunque sí en gallego, a cargo de José Antonio Fernández Romero y Valentín Arias (Lendas islandesas; Vigo, Xerais, 1982). Conviene añadir que todas las traducciones, desde las primeras, cuentan con introducciones suficientemente eruditas para permitir que el lector no familiarizado con el tema adquiera los conocimientos contextuales precisos para una mejor comprensión de las obras."

(...)

4 d’oct. 2024

islàndia i els llibres, i 2

 



    El lapso de tiempo que va desde el lanzamiento de nuevos títulos, por parte de las editoriales islandesas, hasta la campaña de Navidad de cada año, se conoce en Islandia como Jólabókaflóðið, que se puede traducir, aproximadamente, como 'la inundación de libros de Navidad'.

    La tradición comenzó durante la Segunda Guerra Mundial, una vez que Islandia obtuvo la independencia de Dinamarca el año 1944. El papel era uno de los escasos productos básicos que no estuvieron racionados durante la guerra, por lo que los islandeses compartían su amor por los libros más si cabe, ya que cualquier otro tipo de regalo escaseaba. Este aumento de regalos de libros consolido la fama de Islandia como un país de adictos a los libros; tal es así, que un estudio realizado por la Universidad de Bifröst en 2013 concluyó que la mitad de la población del país leía al menos ocho libros al año.

    Cada año, desde 1944, el sector editorial islandés publica un catálogo, llamado Bókatíðindi “Boletín del Libro”, que se envía a todos los hogares del país a mediados de noviembre, durante la Feria del Libro de Reikiavik. La gente utiliza el catálogo para encargar libros para regalar a familiares y amigos por Navidad.

    Durante las fiestas, el 24 de diciembre se abren los regalos y, según la tradición, todos leen inmediatamente los libros que han recibido, a menudo mientras beben chocolate caliente o la cerveza navideña llamada jólabland

3 d’oct. 2024

islàndia i els llibres, 1

 

la biblioteca Nòrdic House d’Alvar Aalto a Reykjavik

Islandia, la isla de los escritores subvencionados

Con sólo 320.000 habitantes es el país con mejores índices de lectura del mundo, y cuenta con un original sistema de sueldos públicos a sus escritores

per Xavi Ayén
La Vanguardia
26/02/2017

    Todo el mundo tiene un libro en su estómago, dicen los islandeses. Y, desde luego, ellos lo tienen: son el país con más escritores del mundo, con más libros publicados y más libros leídos (en las medias por habitante). En este país, el de las sagas medievales, la literatura no es cualquier cosa. Aquí los escritores reciben un sueldo del Estado para que escriban tranquilamente. Y se calcula que una de cada diez personas publicará algo a lo largo de su vida. El 93% de la población lee al menos un libro al año, y más de la mitad compra al menos ocho títulos, lo que hace que las ventas proporcionales –sobre todo, las de novela negra– sean mucho más altas que las de sus vecinos escandinavos.

    Si bien, como apunta el pintor y novelista Hallgrímur Helgason (Reikiavik, 1959) –autor de 101 Reikiavik (RBA) y La mujer a mil grados (Lumen/62)– “tenemos muchas horas de oscuridad –en enero algunas zonas cuentan con solo tres horas de sol–, afuera hace mucho frío y algo hay que hacer” , existen muchas causas que explican el papel central de la lectura en la cultura islandesa.

    Jón Kalman Stefánsson (Reikiavik, 1963) está a punto de publicar El corazón del hombre (Salamandra), novela que cierra su llamada Trilogía del muchacho, protagonizada por un personaje innominado, “el muchacho”, que se deslumbra ante las bibliotecas llenas de libros de las casas de los ricos “e identifica no solo la sabiduría, sino la riqueza, con la presencia de libros”. Jón Kalman (en Islandia no hay apellidos, sino patronímicos, es decir, Stefánsson solo nos dice cómo se llamaba su padre) apunta, asimismo, que “vive en nosotros, desde tiempos remotos, la creencia en el poder de la palabra. Hoy vivimos inundados de palabras y, de entre todo ese alud, debemos esforzarnos por distinguir aquellas que realmente dicen algo. Estamos convencidos de que, sin la palabra, no existiría siquiera la vida. En el Génesis, Dios tuvo que usar palabras para que se hiciera la luz. Puedes pasar de ser feliz a infeliz solo por palabras. Aquellos que escriben deben tener fe en el poder antiguo de las palabras, sobreponerse a las dudas que a todos nos atraviesan a veces”.

    En estos momentos, unos 70 escritores islandeses están cobrando un sueldo, por un período que puede ser de tres, seis, nueve meses o un año y en algunos casos excepcionales alargarse hasta los dos años. De esos 70, solamente quince lo cobran durante un año o más. Cuando las ayudas empezaron, a mediados de los años setenta, se equipararon al salario de un profesor universitario, pero ahora equivalen al de un camarero, según los estándares del país: son 3.230 euros brutos, que se quedan –tras el pago de los elevados impuestos– en unos 2.400 euros netos. Sus perceptores no son estudiantes o aprendices, sino escritores profesionales “que suman a este dinero los ingresos por sus derechos de autor”, aclara Ragnheidur Tryggvadottir, secretaria de la Asociación de Escritores, que añade: “Es la base que permite su profesionalización”. Prácticamente todos los escritores del país –salvo el superventas internacional Arnaldur Indriðason, que ha vendido millones de ejemplares de sus traducciones– lo han disfrutado en alguna ocasión.

    La explicación es que es imposible subsistir viviendo solo de las ventas de tus libros en un país de 320.000 habitantes. Arnaldur, el número 1, es el único que alcanza los 20.000 ejemplares vendidos. Los autores cobran, en todo el mundo, un 10% del precio de cada libro. Aquí, un título de gran éxito es el que llega a las 3.000 copias –el equivalente a 460.000 en España–. Si el libro cuesta, pongamos, 20 euros, el autor solamente ingresaría 6.000 euros –menos los elevados impuestos– por el trabajo de varios años. “Se hace imprescindible la ayuda estatal”, opina Guðrún Vilmundardóttir, la editora de Jón Kalman y Auður Ava Olafsdóttir en Benedikt, uno de los nuevos sellos que han nacido últimamente, en este caso como una escisión de Bjartur-Veröld, la segunda editorial del país. “Sin ayudas, solo podrían vivir dos autores, a lo sumo tres”, aclara a su vez Úa Matthíasdóttir, directora literaria de Forlagið, la primera editorial en tamaño, para quien “la identidad islandesa está muy ligada a la literatura y la lengua y, si queremos conservarla, hemos de producir libros islandeses interesantes”. “¡Necesitamos poetas, ensayistas, narradores!”, clama Ragnheidur.

    La secretaria de la Asociación de Escritores puntualiza que “muchas de las peticiones, la mayoría, son rechazadas”. El comité que decide a quién se destinan los fondos está formado por tres académicos de la universidad, que a su vez escogen a otras tres personas. “Antes había miembros de la asociación directamente, pero hubo críticas porque en ocasiones miembros de la junta solicitaban las ayudas para sí mismos, y hace un año cambiamos el sistema. No se hacen público los nombres del jurado hasta que no han emitido su veredicto”. En su solicitud, cada escritor debe explicar razonadamente el proyecto en el que está trabajando, el tiempo que necesita para finalizarlo y otros detalles. Es un sistema radicalmente diferente al fenecido suport genèric que hubo en su día en Catalunya, que consistía en que el Govern compraba ejemplares de los libros publicados

    Al principio, existía un consenso social sobre la necesidad de subvencionar a los escritores. Sin embargo, la crisis económica del 2008 hizo que cerraran muchas editoriales y que brotaran algunas críticas –“sobre todo en la prensa sensacionalista”, apunta Guðrún– y “algunas personas se preguntaron en público por qué los escritores debían cobrar un sueldo, es un tema fácilmente manipulable, se dice que hay problemas con las residencias de ancianos y que el dinero va a los escritores, pero es falso porque son cantidades muy distintas”, explica Úa. Incluso hubo algún escritor, como el guionista Stefán Máni, que se opuso públicamente al mecanismo. Las encuestas más recientes señalan que un 54% de los islandeses todavía apoya este sistema único en el mundo, aunque los que se oponen superan el 40%. Por partidos, solo los votantes del derechista Partido de la Independencia y los liberales del Partido Progresista preferirían acabar con estas subvenciones –aunque la cúpula del primero, hoy en el gobierno, no está por la labor– mientras que en los otros cuatro partidos del parlamento –socialdemócratas, verdes, Futuro Luminoso y Partido Pirata– hay una amplísima mayoría a favor del sueldo por escribir. Helgason, de hecho, tilda de “thatcheristas” a los que critican estos salarios temporales. Y los editores extranjeros se preguntan: ¿sería posible un sistema similar en un país más grande? (por ejemplo, en Catalunya).

    La riqueza de la literatura que viene de Islandia es difícilmente cuestionable. Junto a autores de novela negra comercial –como Arnaldur o Yrsa Sigurðardóttir– encontramos, entre los traducidos al español y catalán, la revisión entre lírica y épica de los relatos de marineros que realiza Jón Kalman, una suerte de realismo mágico isleño; o los personajes rabiosamente contemporáneos de Auður Ava –hombres sensibles, nuevas familias, mujeres que encaran naufragios sentimentales– ; las singulares visiones histórico-vanguardistas de Sjón –también letrista de Björk–; o a todo un clásico en vida como Guðbergur Bergsson (Grindavík, 1932) , que obtuvo en el 2004 el premio escandinavo de la Academia Sueca, considerado el pequeño Nobel. En su piso frente al impresionante y gélido mar de la capital, el siempre punzante Guðbergur nos dice que la literatura islandesa actual “no me interesa en especial, no son escritores muy originales, es como un remake de autores que ya existieron, los hay que siguen en el siglo XIX con la dura vida de los pescadores”. Bergsson recuerda la década de los ochenta en España, donde vivía junto a su pareja, el editor Jaime Salinas, y dice que “también el gobierno español había tenido ayudas a la creación, es algo normal. Esto empezó en Escandinavia para que los escritores vivieran decentemente. En el siglo XIX, el mismo Hans Christian Andersen recibió una subvención del rey que le permitió iniciar sus viajes por Europa”.

    Auður Ava Ólafsdóttir (Reikiavic, 1958), autora de éxito internacional con obras como Rosa candida, La mujer es una isla o Excepción (todas en Alfaguara) también se beneficia de las ayudas. “En mi caso, trabajaba como profesora en la universidad, y lo he dejado después de veinte años para lanzarme al vacío, para ser escritora a tiempo completo. Es una ayuda que sirve para que la gente se atreva a tomar esos pasos. Nuestro mercado es muy pequeño. La sociedad recibe luego diez veces más de lo que ha dado”. Un estudio del profesor Ágúst Einarsson, de la universidad de Bifröst, estima que la industria editorial supone el 1,5% de la economía nacional, según datos del 2014. En cualquier caso, desde que el país se independizó de Dinamarca en 1944, la lengua islandesa –frente a la danesa y el inglés, que hoy todos hablan– es el eje de la identidad nacional, y el premio Nobel a Halldór Laxness en 1955 disparó la autoestima literaria del joven Estado.

    Algunos estudios apuntan la posibilidad de que el islandés acabe extinguiéndose. Contra esa posibilidad se erigen también las subvenciones. La editora Úa revela que “muchos niños islandeses están leyendo en inglés porque, por ejemplo, no pueden esperar a que se traduzca el nuevo Harry Potter. Nuestra obligación es que con los libros no acabe sucediendo como con los videojuegos”.

    La sede de la asociación de escritores en Reikiavik es la antigua casa del escritor Gunnar Gunnarsson, fallecido en 1975. Allí, encima del sótano donde se alojan escritores de otros países –que vienen becados a escribir libros sobre Islandia– Ragnheidur detalla la historia del apoyo a los escritores: “En los años 70, el parlamento aprobó una ley sobre subvenciones. Durante muchos años hubo fuertes presiones de otros artistas para poder tener también salarios y, finalmente, en 1992, se aprobó la ley todavía vigente, que extiende esos sueldos a otras categorías de creadores. Originalmente eran tres: escritores, artistas plásticos y compositores. Más tarde se le añadieron fotógrafos, músicos y diseñadores, y esas son las seis categorías actuales. Las condiciones varían en cada caso: para los escritores tenemos un total de 555 mensualidades, a distribuir entre todos ellos, en períodos que van de los tres meses a los dos años”. ¿Se exige a los escritores subvencionados que presenten luego el libro que hayan escrito? “No. No se les paga por un libro, sino para que trabajen, al finalizar deben presentar una declaración detallada donde explican lo que han estado haciendo y, si no la presentan, no pueden solicitar jamás un nuevo salario”.

    Puede que sea verdad eso que dicen los islandeses, y que todos tengamos un libro en el estómago. Aunque, a veces, haya que ayudarle a salir.”



antonio machado a barcelona

 

    “Más de una vez he dicho, y nunca me cansaré de repetirlo, que mi ideario político se ha limitado siempre a aceptar como legítimo solamente el Gobierno que representa la voluntad del pueblo, libremente expresada. He de añadir que la palabra “pueblo” no tiene para mí una marcada significación de clase: del pueblo español forman parte todos los españoles. Por eso estuve siempre al lado de la República Española, en cuyo advenimiento trabajé en la modesta medida de mis fuerzas y dentro de los cauces que yo estimaba legales. Cuando la República se implantó en España, como una inequívoca expresión de la voluntad política de nuestro pueblo, la saludé con alborozo y me apresté a servirla, sin aguardar de ella ninguna ventaja material. Si ella hubiera venido como consecuencia de un golpe de mano, como imposición de la astucia o de la violencia, yo hubiera estado siempre enfrente de ella. Yo sé muy bien que dentro de una República se plantean problemas mucho más hondos que el estrictamente político --son ellos de índole económica, social, religiosa, cultural, en suma--, y que, dentro de esa República, caben ideologías no sólo diversas, sino hasta encontradas. Pero por muy honda y enconada que sea la lucha, la República conserva su legitimidad mientras la voluntad del pueblo, libremente expresada, no la condene. Por eso cuando un grupo de militares volvió contra el legítimo Gobierno de la República las armas que de él había recibido para defenderla de agresiones injustas, yo estuve, sin vacilar, al lado de ese gobierno desarmado. Sin vacilar, digo, y también sin la menor jactancia; porque creía cumplir un deber estricto. Los profesionales de las armas no eran ya el ejército de España; el ejército de España era entonces, para mí, aquel que el pueblo hubo de improvisar con los mejores de sus hijos; un ejército tan débil e insuficientemente armado por fuera, como fuerte y superabundantemente provisto, por dentro, de razón y de energía moral. Improvisado, digo, con los mejores de sus hijos, y no vacilo en añadir: con un pequeño grupo de voluntarios propiamente dichos, de hombres abnegados y generosos que venían a España, sin la más leve ambición material, a verter su sangre en defensa de una causa justa.”


Antonio Machado

    Fragmento de una alocución radiada del poeta en el programa «La Voz de España»., en Antonio Machado, La Guerra. Escritos: 1936-39.

    El próximo sábado 5 de octubre, en nuestra ya tradicional ruta poética que inaugura las actividades del curso, recorreremos los espacios que habitó el poeta sevillano en Barcelona.


2 d’oct. 2024

Auður Ava Ólafsdóttir

 




    Va estudiar història de l'art a la Sorbona i és professora a la Universitat de Reykjavík.

    Ha publicat novel·les, obres de teatre i poemes. És lletrista del grup de música pop i electrònica Milkywhale.

    Rosa candida (Alfaguara, 2011), la seva tercera novel·la, va ser el seu primer gran èxit internacional: va guanyar el premi dels llibreters del Quebec, i va ser finalista del Fémina Étranger, que es va traduir a més de vint idiomes.

    El 2019 va ser guardonada amb el premi Médicis estranger per L'escriptora (Alfaguara, 2021), sobre les dificultats d'una dona que es vol dedicar a l'escriptura a l'Islàndia conservadora de la dècada de 1960.

    La veritat sobre la llum (Alfaguara, 2024; Club Editor, 2022), un relat sobre l'ofici de les llevadores islandeses, és l'obra amb què es va donar a conèixer en català.

    La seva darrera novel·la és Edén (Club Editor, 2024), i explora la connexió entre la pèrdua de la llengua i de la naturalesa.


crònica sessió cinefòrum, i 2

 


La otra cara de la justicia

por Alicia Calvo Hernández

    "Poco a poco la justicia restaurativa se abre paso en España. Las víctimas de atentados terroristas, robos y otros delitos se reúnen con los victimarios frente a frente en unos encuentros que buscan reparar el daño causado y contribuyen a dar una segunda oportunidad a los ofensores. En este reportaje, los participantes relatan su experiencia. (...)"

leer artículo completo




Mi relato sobre los encuentros restaurativos.

por Txema Urkijo



    "A lo largo del año 2011 y parte del 2012, se llevaron a la práctica los denominados encuentros restaurativos. Un programa impulsado por la Secretaría General de Instituciones Penitenciarias del Ministerio de Interior y la Dirección de Atención a Víctimas del Terrorismo del Gobierno Vasco, a través del cuál se posibilitaron diálogos sinceros entre presos disidentes de ETA y víctimas del terrorismo practicado por dicha organización. Hace unos meses fui invitado a relatar mi experiencia en el programa como impulsor del mismo. El resultado fueron las líneas que conforman este capítulo con el que participé en la obra colectiva «Tras las huellas del terrorismo en Euskadi: Justicia restaurativa, convivencia y reconciliación», coordinada y editada por Annabel Martín y Mª Pilar Rodríguez y publicada por la Editorial Dykinson en 2019. (...)"

leer el artículo completo

1 d’oct. 2024

festival blues 2024

 


PROGRAMA

crònica sessió cinefòrum, 1

 


per Pilar Marcos


    El passat divendres 27 va tenir lloc la primera sessió de la segona temporada del Cinefòrum de Vespres Literaris. En aquesta ocasió la projecció va tenir lloc a una nova seu (el local de l’Associació de Veïns Les Fontetes) a fi de poder donar cabuda a un major aforament i a més a més per tal que les condicions de la projecció fossin el millor possible.

    El tema a tractar va ser la justícia restaurativa i la pel·lícula que vam veure va ser “Maixabel”, un film de l’any 2021 dirigit per Iciar Bollaín i protagonitzat de manera excel·lent per Blanca Portillo, Luis Tosar i Urko Olazábal i que va ser guanyador de tres premis Goya. Bollaín, que es caracteritza per dirigir sempre històries de to reivindicatiu i compromès, amb protagonistes lluitadors i valents, en aquest cas va recuperar la història real, tot i afegir algun element ficcionat, de Maixabel Lasa, vídua del polític Juan María Jáuregui, assassinat per ETA l'any 2000 i primera víctima de la banda que va seure a parlar amb els assassins del seu marit.

    Amb "Maixabel" el que fa Icíar Bollaín és canviar i ampliar el punt de vista que el cinema espanyol havia tingut fins al moment sobre el tema del terrorisme d'ETA. Aquest tema va començar a ser tractat pel cinema espanyol durant la transició, amb pel·lícules com “Operación Ogro” o “El proceso de Burgos” i es feia des del punt de vista d’una ETA enfrontada a la dictadura. Posteriorment, i amb la decisió d’ETA militar de continuar la lluita armada durant la democràcia, el punt de vista de les produccions canvia i adopta un punt crític i de denúncia amb pel·lícules com “La muerte de Mikel” o “Yoyes” o el documental de Julio Medem “La pelota vasca”, que a través dels testimonis de 70 persones implicades d’alguna manera en el conflicte (entre elles Maixabel Lasa), vol donar una visió global d’aquest. “Maixabel” adopta un altre punt de vista i ens planteja com superar el dolor causat a les víctimes. Sobre la base d’un esplèndid guió, un excepcional treball dels actors i el paisatge del País Basc com a fons, la pel·lícula es converteix en “una gran lliçó de cinema que s’allunya de l’afany manipulatiu per emocionar a l’espectador i, al mateix temps, convidar-lo a la reflexió”.

    Després de la projecció de la pel·lícula vam poder comptar amb la presència de Robert Manrique, supervivent de l'atemptat d'Hipercor, expresident de l'Associació Catalana de Víctimes d'Organitzacions Terroristes (ACVOT) i actualment assessor de la Unitat d'Atenció i Valoració a Afectats per Terrorisme (UAVAT) i que també ha participat en trobades com les que s’expliquen a la pel·lícula, que ell mateix va definir com “magnífica i real”.

    El Robert Manrique va començar per explicar-nos els antecedents i com es va arribar al punt per començar aquestes trobades i la seva experiència en aquestes, en concret en la seva entrevista amb Rafael Caride Simón, condemnat per l’atemptat d’Hipercor. Per ell la motivació i l’objectiu per participar en el projecte era intentar aconseguir que ningú tornés a patir el que ell i altres víctimes havien patit. Ens va explicar que mentre que les trobades de Maixabel Lasa amb els assassins del seu marit van tenir un caràcter “restauratiu”, que era la línia promoguda pel govern basc; les seves trobades amb Caride Simón es basaven més en la línia “reparadora” que promovia el govern central i que partien de l’article de la llei que diu que tot delinqüent té dret a intentar reparar el mal que ha causat.

    Per ell, el mèrit d’aquestes trobades que van tenir lloc en un rerefons polític que no va agradar a molta gent, és que els terroristes van demanar fer-ho abans del comunicat d’ETA d’octubre del 2011, on anunciaven la fi definitiva de la seva activitat armada. Tot i això, només uns 70 membres d’ETA han fet aquesta feina d’apropament a les víctimes.

    La següent sessió del Cinefòrum tindrà lloc el divendres 13 de desembre i podrem veure la pel·lícula “20.000 especies de abejas” per tractar el tema de les diferències de gènere al moment actual.

Us hi esperem.