“Mi papá, que según los días se
declaraba agnóstico, o creyente en las enseñanzas humanas de Jesús, o ateo de
tierra (pues en los aviones se convertía momentáneamente y se persignaba al
empezar el vuelo), o ateo convencido, de los que se reían de los curas y hacían
disquisiciones científicas e ilustradas sobre las más absurdas supersticiones
religiosas, era, en cambio, un atormentado por la vida social y espiritual.
Tenía los más grandes arranques de idealismo, que le duraban años dedicados a
causas perdidas, como la reforma agraria o los impuestos a la tierra, como el
agua potable para todos, la vacunación universal o los derechos humanos, que
fue su último arrebato de pasión intelectual y el que lo llevó al último
sacrificio.”
Héctor Abad Faciolince
El olvido que seremos
Seix Barral, 201022
Páginas: 117-118
“Al menos un defensor de
derechos humanos y líder social y comunitario es asesinado por semana en
Colombia, y lo más preocupante es que esos homicidios no parecen detenerse, por
el contrario, crecen mes a mes.
Desde enero
del 2016 al 6 de abril pasado, según los reportes de la Oficina del Alto
Comisionado para los Derechos Humanos (OACNUDH) y de la Fiscalía General,
organismos que confirman en terreno cada caso, se contabilizaban 164 asesinatos.
Solo en el primer trimestre de este año
van 16 crímenes.
Si bien esos
asesinatos no se presentan de forma generalizada en todo el territorio
nacional, sí vienen ocurriendo en
veredas y corregimientos alejados que enfrentan una serie de situaciones que
han terminado por agravar los riesgos. El
vicepresidente, el general Óscar
Naranjo, habla de 600 "puntos rojos con amenaza potencial" y la
Fiscalía estima que en algunas de esas zonas hay un aumento de las muertes
hasta del 200 por ciento.
En la mayoría
de esas regiones estuvieron presentes por décadas las Farc, pero luego del
acuerdo de paz de La Habana esos espacios empezaron a ser ocupados por otros
grupos ilegales, como Eln -hoy en diálogos con el Gobierno-, Epl, disidencias
de las Farc y bandas criminales, como el ‘clan del Golfo’ y las ‘Autodefensas
Gaitanistas’.
Esos grupos se
disputan el control del territorio y las economías ilegales, como narcotráfico,
minería ilegal, microtráfico, extorsión e, incluso, contrabando, y en medio de
esa guerra los más vulnerables son las comunidades y sus líderes. En estas
zonas se presentan además conflictos por la tierra y por la explotación de los
recursos naturales, y tienen en común una histórica ausencia del Estado y falta
de servicios básicos.
Con excepción
de Tumaco, Nariño, donde el riesgo para los líderes es casi
generalizado, el mayor número de crímenes se ha registrado, principalmente, en Cauca y Antioquia, y luego
en Valle y Norte de Santander, y las
víctimas han sido líderes comunales, indígenas y campesinos.
En su último
informe, la OACNUDH señala que “algunos asesinatos, especialmente en aquellas
antiguas zonas de influencia de las Farc, se podrían haber evitado con una respuesta
oportuna y coordinada del Estado a la implementación del acuerdo" y
advierte de un incremento de la violencia por la presencia de nuevos actores.
El informe
destaca que “varias víctimas fueron asesinadas por apoyar las políticas
derivadas del acuerdo (de paz), como la sustitución de cultivos ilícitos y la
reforma rural integral”, mientras en años anteriores las muertes ocurrían “por
oponerse a las políticas del Gobierno, no por apoyarlas”.
Esta posición
la comparte el defensor del Pueblo, Carlos Negret, quien agrega que la mayoría de las víctimas
estaban dedicadas “a la defensa del territorio, al retorno de la población desplazada, a la promoción de los derechos humanos y al
activismo por el respeto del agua”. La
Defensoría reporta 282 casos de líderes asesinados y sentencia: “Esperamos que
el Estado actúe de inmediato. Que no muera un solo líder más”.
Sin embargo, para el Gobierno Nacional es una prioridad la
protección de los líderes. De ahí que la
Vicepresidencia asumió el rol de articulador de la presencia institucional. La
finalidad es el control territorial integral, la protección de las comunidades y el diálogo
directo con los líderes sociales para generar una reconstrucción del tejido
social y acercar a esas comunidades al Estado.
La estrategia
también busca reducir la impunidad en dichos asesinatos. Con ese fin, la Fiscalía formuló nuevos lineamentos para
abordar las investigaciones. En ellos se establece como primera hipótesis que
el asesinato se dio “por causa de la labor de defensa de los derechos humanos o
el liderazgo social”, y que será en el desarrollo de la investigación cuando se
determine si la víctima era o no un líder.
Esa metodología
–que se diseñó con el acompañamiento de la CIDH y ha tenido reconocimiento de
la Unión Europea y ONG como Human Rights Watch y Somos Defensores– ha permitido
esclarecer el 46,62 por ciento de los casos, con 11 sentencias, 76 con avances procesales significativos y 136
personas en prisión.
Uno de los
casos que son investigados con el nuevo enfoque es el crimen del líder afro
Temístocles Machado, asesinado el pasado
27 de enero en Buenaventura, tras el
paro cívico en el puerto. En menos de dos meses, la Fiscalía logró determinar
que detrás de esta muerte estaría el grupo delictivo ‘la Local’ y fueron
capturadas cuatro personas.
Desde el lado
de la protección de los líderes en riesgo, donde la estrategia ha sido la
adopción de medidas individuales -la Unidad Nacional de Protección reporta
3.722 líderes con medidas de protección-, se está pasando a mecanismos de alerta y
prevención colectiva, donde se
involucran la Fuerza Pública, la
Fiscalía y la Defensoría del Pueblo y las mismas comunidades.
Un hecho que
preocupa es que los victimarios de los líderes actúan con mayor sevicia en el
caso de las mujeres. Si bien solo cinco
de las 16 lideresas han perdido la vida de manera atroz en esa oscura guerra,
la ONG Somos Defensores llama la atención por la “extrema violencia” con la que
se cometen esos crímenes. “Ser mujer y ser líder en Colombia puede resultar en
un fin macabro, la extrema violencia con
la que se asesina a las líderes es con el fin de que sea un crimen
ejemplarizante, que intimida a otras
mujeres a asumir liderazgos”, asegura
Carlos Guevara, coordinador de Somos Defensores.”
Guillermo Reinoso Rodríguez y Angy Alvarado Rodríguez
El Tiempo
18 de abril de 2018
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