“A finales de los años setenta
del siglo pasado, el aumento de secuestros, robos de ganado y cobros de vacunas
por parte de las guerrillas a terratenientes, ganaderos y narcotraficantes, originó el surgimiento del grupo Muerte a
Secuestradores, MAS, considerado como la primera manifestación a
gran escala del paramilitarismo.
Pero la historia del país tomó
un nuevo rumbo debido a un secuestro que detonó la guerra entre narcos y la
guerrilla, otrora aliados en el negocio del narcotráfico.
El 12 de noviembre de 1981, Luis Gabriel Bernal Villegas, miembro
de un comando del M-19, secuestró a Martha
Nieves Ochoa, hermana de Fabio, Jorge Luis y Juan David
Ochoa, miembros del Cartel de
Medellín.
El secuestro de la hija de “Don
Fabio”, como era conocido en el mundo de criadores de caballos de exposición
del país, fue el motivo de la reunión en la que se conformaría el primer grupo de autodefensas.
El 1 de diciembre de 1981, los
hermanos de Martha Nieves Ochoa convocaron a un encuentro de urgencia que se
realizó en el Hotel Intercontinental de Medellín al que asistieron 223
personas, la mayoría jefes de la mafia, entre ellos, Pablo
Escobar, Carlos Ledher y Gonzalo Rodríguez Gacha.
El objetivo de esta reunión era
crear un proyecto que contrarrestara las acciones de los grupos guerrilleros, y
en el que los asistentes dieron cada uno 2 millones de pesos y 10 de sus
mejores hombres. De esta manera nació el MAS, un ejército privado de 2.230 hombres y un
fondo de 446 millones de pesos para “recompensas, ejecuciones y equipo”.
Algunas versiones de la época, recogidas en medios de comunicación, aseguran que en este encuentro participaron
miembros del ejército, directivos de
empresas petroleras y de otras multinacionales, pero sólo hasta la publicación
de un informe de la Procuraduría, se demostrarían los alcances reales de los
tentáculos de la mafia, principalmente
dentro de las Fuerzas Armadas.
Con los hombres organizados y
las armas compradas, se dio inicio a la venganza por el secuestro de Martha
Ochoa; el MAS secuestró a 25 personas
cercanas a Villegas Bernal, entre ellas
a su esposa, Martha Correa Velázquez. De
esta manera se presionó a Villegas y pronto lograron la liberación de Martha
Ochoa 92 días después de su rapto y sin pagar un céntimo de recompensa.
Martha Correa, la compañera de
Villegas Bernal, quien paradójicamente había sido amiga de Martha Ochoa, sería liberada
frente a las instalaciones del periódico “El Colombiano”, atada de pies y manos a una reja y cubierta con
mensajes que demostraban la autoría del MAS.
El conflicto se recrudeció luego
de la aparición de este grupo de autodefensas que empezó a expandirse a
diferentes regiones del país: Caquetá en el Magdalena Medio, Meta, el nordeste antioqueño, Arauca, Casanare y el Valle. Cada vez eran más
recurrentes los secuestros, torturas, desapariciones y asesinatos de guerrilleros o
sospechosos de simpatizar con ellos, que demostraban la seriedad del grupo
antisubversivo.
Las técnicas de terror del MAS
empezaron a preocupar a la sociedad y a las autoridades, mientras la simpatía
que había sentido la opinión pública por este grupo, fue remplazada por el miedo.
La justicia empezó a ser
aplicada por estos particulares armados, especialmente en las zonas más apartadas del
país, donde la presencia del Estado era
casi inexistente.
Fue de esta manera que, decenas de líderes del M-19 fueron torturados
y abandonados inconscientes frente a periódicos de Medellín con letreros en el
pecho que rezaban: “soy del M-19. Soy un
secuestrador” y poco a poco las “limpiezas sociales” se convirtieron en
mecanismos de control de la subversión.
Cadáveres de hombres
acribillados, estrangulados y colgados en árboles, dejaban al descubierto la
crudeza de las nuevas técnicas del mensaje antisubversivo. Periodistas, juristas y sindicalistas ampliarían la lista
negra de este “escuadrón de la muerte” que ahora perseguía tanto insurgentes
como a inocentes. No obstante, debido a la complejidad de la organización
interna del MAS, es difícil establecer
la autoría intelectual y material de
muchos atentados y acciones que aún permanecen en la impunidad.
Bajo el gobierno de Betancourt
se inició un proceso de diálogo nacional que pretendía establecer las
condiciones adecuadas para un proceso de paz basado en las garantías para la
participación política de grupos de “izquierda”. De hecho, con la ley de amnistía de 1982, los
guerrilleros “autores, cómplices o encubridores de hechos constitutivos de
delitos políticos” podrían reinsertarse al cogerse a los beneficios de la ley.
El brazo político de las FARC y desmovilizados de otras guerrillas, crearon
la Unión Patriótica, UP, partido
político que se convirtió en el principal objetivo de las autodefensas del MAS.
En el Meta, centro de influencia
de las FARC y objetivo de control paramilitar entre 1986 y 1988, ya habían sido asesinados más de 300 líderes
de la UP, crímenes imputados en la mayoría de los casos a los miembros del MAS.
Aunque son miles los potenciales
crímenes cometidos por este grupo, son
pocos los casos ya comprobados y juzgados. Muchos de ellos aún se encuentran en
la impunidad.
La ampliación del MAS sumada al
aumento de sus ofensivas de terror y a la sospecha reiterada sobre la
participación de miembros de la fuerza pública, obligaron al Presidente Betancourt a solicitar una investigación a la
Procuraduría General de la Nación. Los resultados revelaron las verdaderas
dimensiones de los vínculos entre el grupo Muerte a Secuestradores MAS y los
miembros de la fuerza pública.
Según el informe de veinte de febrero
de 1983, “a la luz de las pruebas recogidas hasta el momento existían cargos
suficientes para vincular procesalmente a 163 personas; de ellas, 59 en servicio activo de las Fuerzas
Armadas”. Solo 33 pudieron ser identificados plenamente. “
Fuente: https://verdadabierta.com/
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