Ordesa, de Manuel
Vilas
“Vilas habla
con mucha claridad, sin adornos; en la literatura abunda demasiado una mezcla
de pudor y de arrogancia genealógica tonta cuando uno habla de sus mayores y
parece que se recuerda siempre una nobleza, un pasado glorioso, de la propia
familia. Uno de los atractivos del libro es que ese pasado está visto en la luz
de la verdad”
Antonio Muñoz Molina
“Cuántas veces
llegaba yo a mi casa, cuando tenía dieciséis años, y no me fijaba en la
presencia de mi padre, no sabía si mi padre estaba en casa o no. Tenía muchas
cosas que hacer, eso pensaba, cosas que no incluían la contemplación silenciosa
de mi padre. Y ahora me arrepiento de no haber contemplado más la vida de mi
padre. Mirar su vida, eso, simplemente.
Mirarle la vida
a mi padre, eso debería haber hecho todos los días, mucho rato.”
fragmento
“Mi padre
muerto duerme conmigo y me dice: «Ven, ven
ya». Los muertos están solos, quieren
que vayas con ellos. Pero ¿adonde? No
existe el lugar en el que están. Los
muertos no saben dónde están. No saben decir el nombre del lugar en el que
están. Pero el cadáver de mi padre es todo cuanto conservo o cuanto poseo en
este mundo. Está junto a mí. Dirige su cadáver las grandes devastaciones de
mi vida; gobierna su cadáver en mi cadáver; en la oscuridad de mi cadáver la
oscuridad del suyo alienta fuertemente; administra su cadáver la luz de mi
cadáver; su cadáver es un maestro que
enseña a mi cadáver la desconcertante alegría de seguir existiendo desde el
cadáver, región olímpica, región de la liga de campeones, la Champions League,
región de emociones ya sin tiempo y sin historia, emociones muertas que sin
embargo perseveran sin cometido.
Estoy haciendo
cualquier cosa y de repente aparece mi padre a través de un olor, una imagen, a través de cualquier objeto. Entonces me da un vuelco el corazón y me
siento culpable.
Viene a darme
la mano, como si yo fuese un niño perdido.”
fragmento
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