13 d’ag. 2018

el pensamiento libre


“El pensamiento libre -fuera de ser una gran satisfacción personal- es lo que ha permitido que la humanidad haya adelantado. El pensamiento libre nos permite crear mejores esquemas y aspirar a cosas mejores.

Es difícil enseñar cuando no se quiere imponer un pensamiento, sino estimular el pensamiento ajeno, libremente. La gente se siente insegura cuando no le dicen lo que debe creer. Y ese sentimiento de inseguridad lo refleja a veces en contra del maestro que no le da una directiva clara.

Los maestros que perduran,  por supuesto, son los que crean su escuela,  su capilla,  su círculo,  su imperio,  su iglesia. Pero muchas veces me he puesto a pensar que no envidio a esos maestros; ni aun a los grandes Maestros de la historia de la humanidad. Es verdad que han creado seguidores por millares,  por millones. ¿Pero qué han hecho sus seguidores con sus ideas? Creo que, en general, las han desvirtuado. Han creado capillas, círculos, iglesias, religiones, aun naciones,  que en nombre de los más altos ideales,  se han dedicado a matar,  a conquistar,  a perseguir,  a adquirir prestigio personal,  gloria y poder para ellos y sus seguidores, siempre en nombre del maestro,  o de la religión o del movimiento nacional o político que dicen seguir.

¿Qué han hecho el Cristianismo y el Islam? ¿Qué está haciendo ahora el comunismo? ¿Qué han hecho,  aun los que hablan de la libertad y de la propia determinación de las naciones? Han hecho guerras,  dizque para defender esos principios de paz y tolerancia.

Es evidente que la salud – la mera ausencia de la enfermedad- es un gran bien en sí mismo para cualquier individuo. Todo lo que hagamos para que una persona tenga salud, es bueno para esa persona. Pero cuando consideramos las cosas colectivamente,  ¿en qué medida se debe buscar la salud de todos, y a qué costo? ¿Hay otras cosas más importantes que la ausencia de la enfermedad? Evidentemente sí.

El “completo bienestar físico, mental y social” de que habla la Constitución de la Organización Mundial de la Salud,  como la definición de salud,  es el ideal al cual queremos que lleguen todos los seres humanos.  Pero a ese bienestar se llega por muchos otros caminos,  y por muchas otras vías,  fuera de la salud pública.  Muchas otras condiciones,  fuera de la mera ausencia de la enfermedad,  son necesarias,  también,  para adquirir el bienestar.

En todas las culturas,  el trabajo adecuado a las circunstancias y a la personalidad de cada cual;  los sentimientos de los demás hacia uno mismo;  la vida familiar,  el amor,  la religión, la seguridad económica y social,  son tan importantes como la salud.

Por eso el celo desmedido por hacer sanos a todos,  o por erradicar una enfermedad de determinado lugar,  no ha hecho,  necesariamente,  más felices a las personas de ese lugar.  A veces esas acciones unilaterales han traído problemas peores. Como todas las acciones unilaterales en cualquier sentido.  Los fanáticos de la alimentación también creen que con darle comida a todos,  estarán así más felices.  Y los fanáticos de la religión,  lo mismo.  Y los fanáticos de la educación,  de la misma manera. Y así los fanáticos de la vivienda,  del vestido,  de la recreación,  del deporte,  de la salud mental,  de la economía.

Muchos creen que el dinero es la respuesta a todos los problemas. Pero estos “fanatismos” unilaterales - aun por cosas en sí mismo buenas- no han traído sino más dolores y más problemas a la humanidad.

Alcanzar la sabiduría es llegar a encontrar el equilibrio entre tantos llamados o vocaciones.  El ser humano es un ser muy complejo.  No lo podemos mirar desde un solo ángulo. Debemos tratar de comprenderlo,  íntegramente,  y así deberíamos mirar a la sociedad y a las culturas. De allí la sabiduría de los antropólogos, los científicos sociales modernos que más promesas pudieran hacer concebir a la humanidad.  Ellos toman el punto de vista de la integridad de las culturas y la línea ética del gran respeto por todas ellas.  Porque todos los elementos de la cultura de un pueblo son muy imbricados entre sí,  y tratar de modificar uno, sin modificar los demás,  es imposible,  y muchas veces - aunque parezca conveniente-  puede ser perjudicial.

¡Con qué gran respeto se debe mirar a cada persona, a cada comunidad, a cada sociedad,  a cada nación!  ¡Con qué gran cuidado nos deberíamos abstener de dar consejos para cambios que creemos buenos, en sentimientos,  acciones y conceptos! ¡Con qué humildad deberíamos exponer lo que consideramos nuestros valores! Poniendo siempre de presente, desde el principio,  que podemos estar equivocados,  y que la libertad de escoger debe quedar en manos de cada individuo y de cada sociedad.

Sólo cuando se puedan abarcar todas las cosas,  se debería permitir que se enseñara una.  Sólo a los humildes de corazón se les debería permitir enseñar.  Sólo a los que sepan que nada saben.

Cuando la profesión del maestro, que debería incluir solamente a antropólogos, científicos, sabios y hombres buenos, sea la más alta, más respetada y mejor escudriñada profesión de la tierra, esta civilización y estas sociedades occidentales habrán alcanzado la sabiduría y la maduración,  que algunas sociedades orientales alcanzaron.

El mero conocimiento no es sabiduría.  La sabiduría sola tampoco basta.  Son necesarias la sabiduría y la bondad para enseñar y gobernar a los hombres.  Aunque podríamos decir que todo hombre sabio, si verdaderamente lo es,  tiene también que ser bueno.  Porque la sabiduría y la bondad son dos cosas íntimamente entre mezcladas.”



Héctor Abad Gómez.
              Manual de Tolerancia
fragmentos seleccionados por Héctor Abad Faciolince

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