8 d’abr. 2020

Najat El Hachmi, una vida traducida




Jo també sóc catalana: Najat El Hachmi, una vida traducida.
Por M. Carmen África Vidal Claramonte,  Universidad de Salamanca.

(fragments)


Abans que tu naixessis, molt abans fins i tot que fossis concebut,
el teu pare i jo teníem decidit que t’havíem de parlar
en amazic. No pas per cap fervor patriota, no, més aviat perquè
tu poguessis tenir una eina més al teu abast per poder
interpretar el món.
Jo també sóc catalana, Najat El Hachmi (2004: 20-21)

“Lejos de estar claramente delimitadas, las culturas se relacionan entre sí y se entremezclan, de tal forma que siempre es preciso buscar nuevos compromisos, “abrir nuevas negociaciones para encauzar la convivencia entre las identidades colectivas que se van creando y re-creando”. En ese encuentro deben llegar a producirse las condiciones discursivas que permitan resituar históricamente los signos. Y es que el lenguaje es el medio a través del cual las culturas tienen que llegar a entenderse. Tal vez por eso la literatura de los últimos años refleja, cada vez con más fuerza, la situación híbrida que caracteriza al ser humano, la idea de que vivimos en las intersecciones de historias, experiencias, lenguas y traducciones.

Es evidente que serían innumerables los autores que cabría citar, por haber sentido en sus propias carnes la intersección, la hibridación, pero también el desdén y el rechazo: autores africanos que escriben en inglés o en francés, autores turcoalemanes, británico-paquistaníes, chicanos, chino-americanos, y tantos otros que plantean una y otra vez situaciones de exilio,2 para hacernos reflexionar sobre la distinción, tan útil, entre diferencia cultural y diversidad cultural: frente a la postura normativa y universalista en función de la cual se construyen juicios políticos y culturales de la segunda, el espacio no universal ni homogéneo, liminar, en el que se sitúa la primera.

Najat El Hachmi es una escritora que nació en Marruecos cuando su padre ya había emigrado a Cataluña. El Hachmi se traslada a los ocho años a vivir a Vic. Tiene publicados varios libros, el último La caçadora de cossos, en 2011. Sin embargo, me centraré en dos que me parecen especialmente significativos y relevantes para el tema que me ocupa. En 2004 ve la luz un libro cuyo título es muy significativo, Jo també sóc catalana. Se trata de una obra dirigida, según ella “a quienes se les llena la boca con la inmigración y sólo han visto al inmigrante de lejos, pero también a quienes están preocupados por el tema de la identidad catalana”, le cuenta a Nuria Navarro en una entrevista. Le molesta que le digan que es “un modelo de integración”: modelo de integración, dice, “es la persona que trabaja desde las cuatro de la mañana hasta el mediodía, y que, a la hora del café, puede hablar de la actualidad con sus compañeros, teniendo la sensación de pertenecer a alguna parte”. Para ella, hay muchos tipos de discriminación: la del racista que golpea de frente, pero también la del paternalista, que dice cosas como que, aceptando al inmigrante, nuestra cultura se enriquece. No hay que quedarse con la fiesta multicultural, con la exotización, con el estereotipo, con lo que El Hachmi llama “pornografía étnica”, porque “el inmigrante no quiere pertenecer a una asociación de inmigrantes sino a una asociación de vecinos”. Por eso ella es la opinión más autorizada para hablar de inmigración, porque lo hace desde dentro, desde la experiencia vital misma:

Los pornógrafos de la etnicidad acentúan rasgos de ti que en tu país encontrarías ridículos. Se quedan con el folclore. Algunas ONG deberían luchar por la igualdad de todos. De viudas, extranjeros, mujeres, ancianos. El inmigrante no quiere pertenecer a una asociación de inmigrantes, sino a una de vecinos... Sobre los marroquís pesan una serie de estereotipos. Uno es el estético. ¿Por qué no vestir como quieren?
— ¿Por una cuestión de adaptación al entorno?
— Centrarse en qué lleva o no lleva la gente en la cabeza es, si me permite, mear fuera de tiesto. Cada mujer lleva el velo por motivos diferentes. Y no se puede pretender salvar, de manera paternalista, a las pobres moritas del yugo de sus maridos.
— El yugo existe.
— Como en otras culturas. A medida que las mujeres se incorporan al mundo laboral, aspiran a cambiar de vida y se rebelan contra ese yugo. El problema es que la mayoría tiene permiso de residencia sin permiso de trabajo. La ley de extranjería las condena a la clandestinidad laboral y eso hace que dependan del marido. Les corta la vía de emancipación.
— Con el catalán y la emancipación tampoco basta, ¿verdad?
— Parece que no. A la hora de alquilar un piso, me encontré con un propietario que me dijo: “Es que vosotros os metéis 10 en el piso...”. ¡Llevo 17 años en Catalunya! ¿Aún no tengo derecho a una vivienda digna?

Se puede estar o no de acuerdo con alguna de estas afirmaciones, pero de lo que no hay duda es de que lo que esta autora plantea es la vida como traducción. El hecho de que Jo també sóc catalana esté escrito en catalán demuestra que el original es ya una traducción, porque la vida de la escritora es también una continua traducción, una reescritura sin fin, un ir adentrándose en realidades nuevas, que a veces chocan y otras duelen. Escribir es para ella una manera de demostrar la hibridación, el entre, el tercer espacio:

Sóc un esgraó intermedi, formo part del que jo anomenaria  generació de frontera... És per això que aquest llibre es perfila com una espècie d’híbrid transgenèric: unes memòries que no són ben bé memòries, experiències reals que semblen fictícies i un component d’anàlisi d’aquest relat vivencial que no és ben bé assaig... Ho confesso: escric per sentir-me més lliure, per desfer-me del meu propi enclaustrament, un enclaustrament fet de denominacions d’origen, de pors, d’esperances sovint estroncades, de dubtes continus, d’abismes de pioners que exploren nous mons... Un pensament de frontera que serveix per entendre dues realitats diferenciades, una manera de fer, d’actuar, de ser, de sentir, d’estimar, una manera de buscar la felicitat a cavall de dos mons. (Jo també sóc catalana, Najat El Hachmi 2004: 13-14)

El libro es una manera de contestar a la pregunta que su hijo le formula: “Jo sóc català, mama?” (Jo també sóc catalana, Najat El Hachmi 2004: 89). En un primer momento, ella no sabe qué contestar, porque la pregunta es compleja: “Dir-te senzillament que sí seria mentir- te, dir-te que no seria abocar-te a l’abisme.” Por eso se decide por la escritura, que, precisamente al abordar en una lengua que no es la materna, le permite plantearse en profundidad la experiencia de ser el Otro, o, más complicado, la Otra, porque la identidad, la religión y el género son temas recurrentes en un libro que quiere transmitir la esperanza de que el futuro conteste afirmativamente a la pregunta de su hijo. Pero, como le dijo a Nuria Navarro, también el hecho de ser bereber le ha ayudado a entender el hecho catalán:

“Los bereberes somos como los catalanes», me dijo un bereber. En Marruecos, los árabes son representantes del poder establecido y los bereber están un poco dejado de la mano de Dios. Su lengua se considera de uso familiar. Y la bereber fue una de las zonas más reprimidas por el antiguo régimen. Por eso me fue fácil entender el hecho catalán.”

Se trata de una cuestión fundamental que aborda explícitamente en Jo també sóc catalana cuando al dirigirse a su hijo se plantea si querrá aprender y utilizar el árabe:

Voldràs aprendre la llengua àrab? Al cap i a la fi, ni tan sols és la llengua dels teus pares, és la llengua dels opressors en un regne on l’amazic sempre s’ha considerat de segona categoria... La teva altra llengua materna, el català, fou en altres temps perseguida i menystinguda, no en va la teva mare les sent com dues llengües germanes.

Espero que tard o d’hora puguis adonar-te que aquesta amalgama de codis lingüístics on creixes no és més que un enriquiment. Espero que, com la teva mare, aprendràs a estimar-te totes les llengües igual, patrimoni històric, llegat més antic de totes les civilitzacions, músiques que ens arriben de molt lluny i que hem de preservar. Sabràs que no hi ha idioma o dialecte millor ni pitjor, tots serveixen per expressar els nostres sentiments, els desigs i les frustracions. (Jo també sóc catalana, Najat El Hachmi 2004: 27)

Al leer estas reflexiones, la pregunta surge inmediatamente: ¿es ético traducir al castellano el ensayo de El Hachmi Jo també sóc catalana? En este sentido, es muy interesante el capítulo sexto de la primera parte (ibid.: 49-55), porque en él se relata cómo al notar su extranjería algunos catalanes le hablan en castellano, pensando que es la lengua que ha aprendido; y otros se resisten a aceptar que su catalán es más correcto que el de ellos mismos y se niegan por lo tanto a que ella les corrija.

La primera novela de Najat El Hachmi, L’últim patriarca, aparece originalmente en catalán y poco después es traducida al castellano por Rosa María Prats. La autora se expresa únicamente en catalán, y mantiene que escribir en general y esta novela en particular le han permitido convertir en uno solo los fragmentos de los diferentes mundos que la han acompañado desde siempre. En este sentido, cree firmemente que a través de la literatura se pueden conciliar mundos que pueden parecer irreconciliables y conceptos tan sensibles como la raza, el género o la religión.

L’últim patriarca es un ejemplo a la vez conmovedor, tierno y cruel de que la literatura no puede ser nunca un refugio, sino una vía para poner de manifiesto las relaciones entre lenguaje y poder y para hacernos reflexionar sobre las fronteras físicas y metafóricas que son suficientes para cambiarlo todo. De hecho, El Hachmi sabe perfectamente qué significa la palabra frontera, o mejor, las fronteras, que ella nos plantea en la novela, porque son múltiples y variadas (fronteras en el propio interior de la familia, con el machismo del padre, pero también en el espacio público, con el choque entre culturas). “


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