21 d’abr. 2020

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William Blake, 1757-1827. Poeta, pintor y grabador inglés, creador de una forma de poesía única acompañada de ilustraciones. Su poesía, inspirada por visiones místicas, se encuentra entre las más originales y proféticas de la lengua inglesa, y supone el rechazo de las ideas del movimiento ilustrado en favor del romántico. Hijo de un mercero (persona que comercia con artículos de costura), nació el 28 de noviembre de 1757 en Londres, ciudad en la que transcurrió la mayor parte de su vida. De educación fundamentalmente autodidacta, se dedicó con entusiasmo a la lectura, y recibió las influencias del místico alemán Jakob Boehme y del swedenborgianismo (de Emanuel Swedenborg). Ya desde pequeño, quería convertirse en pintor, por lo que fue a una escuela de grabado y, a la edad de 14 años, entró a trabajar como aprendiz del grabador James Basire. Poco después, estudió durante un breve periodo de tiempo en la Royal Academy, pero se rebeló contra las doctrinas estéticas de su director, sir Joshua Reynolds, defensor del neoclasicismo. Sin embargo, más tarde, entabló amistad con académicos como John Flaxman y Henry Fuseli, cuyas obras pudieron influirle. En 1784 abrió una imprenta y, aunque fracasó al cabo de unos años, continuó ganándose la vida como grabador e ilustrador. Su esposa le ayudó a imprimir los poemas ilustrados por los que es conocido incluso hoy en día.

Blake comenzó a escribir poesía a la edad de 12 años, y su primera obra impresa, Esbozos poéticos (1873), es una colección de poemas de juventud, en los que, entre una serie de elementos bastante tradicionales destacan pasajes que presagiaban lo que sería su estilo posterior. Como el resto de su producción, llegó a muy pocos lectores en su época. Sus poemas más populares, frescos, directos y notables por su elocuencia, fueron los que se incluían en Canción de inocencia (1789). En 1794, perdida la fe en la posibilidad de la perfección humana, el poeta publicó Canciones de experiencia, una obra en cuyos poemas utilizaba el mismo estilo lírico y retornaba a muchos de los temas de su libro anterior. De hecho, cuando se leen en conjunto, se descubre que las dos series de poemas presentan numerosas analogías. Inocencia y experiencia, "los dos estados opuestos del alma humana", contrastan en dos piezas como El cordero y El tigre, que representan respectivamente la inocencia de la niñez y la corrupción y la represión de la vida adulta. Su poesía posterior desarrolla la idea de que la verdadera inocencia resulta imposible sin la experiencia, transformada por la fuerza creativa de la imaginación humana.

L'ancià dels dies


Como era su costumbre, adornó los Cantos con dibujos que exigen del lector una visión extremadamente imaginativa de las complejas relaciones entre dibujo y texto. No se sabe a ciencia cierta el método que utilizaba para estampar su obra. La explicación más plausible parece ser aquella según la cual primero escribía el texto y después realizaba los dibujos de cada poema sobre una plancha de cobre, usando algún líquido insensible al ácido, por lo cual quedaban en relieve cuando se aplicaba. Entonces, le daba una capa de tinta de color, lo estampaba, y retocaba los dibujos a mano con acuarela. A Blake se le considera prerromántico, pues rechazó el estilo literario e intelectual del neoclasicismo, y su obra gráfica desafiaba las convenciones artísticas del siglo XVIII. Defendió siempre la imaginación frente a la razón, pues consideraba que las formas ideales debían construirse no a partir de la observación de la naturaleza sino de las visiones interiores. También su estilo lineal y basado en rítmicas repeticiones significa un rechazo al estilo académico imperante en la época, y sus figuras se pueden retrotraer a la estatuaria de las sepulturas medievales, que había copiado cuando era aprendiz, y a las obras de los manieristas posteriores.

Resulta especialmente evidente la influencia de Miguel Ángel en la potencia del escorzo y en la exagerada musculatura de algunas de sus figuras, sobre todo en una muy conocida, la llamada El anciano de los días, que conforma el frontispicio de su poema Europa, una profecía (1794). Gran parte de su pintura estuvo dedicada a temas religiosos: ilustraciones para la obra de John Milton, su poeta favorito (a pesar de que rechazaba firmemente su puritanismo), para El viaje del peregrino de John Bunyan, y para la Biblia, además de las 21 ilustraciones que realizó para el Libro de Job. Entre sus ilustraciones de temas paganos se encuentran las que llevó a cabo para la edición de los poemas de Thomas Gray y las 537 acuarelas para Ideas nocturnas de Edward Young, de las que tan sólo 43 fueron publicadas.

En los denominados Libros proféticos, una serie de extensos poemas escritos a partir de 1789, Blake creó una compleja mitología personal e inventó sus propios personajes simbólicos, que reflejaban sus preocupaciones sociales. Verdaderamente innovadores tanto en pensamiento como en expresión, de ellos escribió el autor: "Debo crear un sistema o permanecer esclavizado por los de otros". Blake fue un inconformista radical en la línea en que lo fueron otros librepensadores ingleses, como Mary Wollstonecraft o Thomas Paine. En poemas como La revolución francesa (1791), América, una profecía (1793) y Visiones de las hijas de Albión (1973), presenta las figuras de su propia mitología, como Urizén, símbolo de una moralidad represiva, y Orc, el arquetipo de rebelde. En Europa, una profecía (1794) expresó su condena hacia la tiranía política y social del siglo XVIII, mientras que en El libro de Urizén (1794), denuncia la tiranía religiosa, y en El viajero mental (1803) pone en evidencia la explotación de los sexos. Entre los Libros proféticos se encuentra una obra en prosa, El matrimonio del cielo y el infierno (1790-1793), que desarrolla la idea de su autor según lo cual "sin contrarios no hay progreso" e incluye, asimismo, los ‘Proverbios del infierno’, uno de los cuales dice: "Los tigres de la ira son más sabios que los caballos de la instrucción". En 1800 el poeta se trasladó a la ciudad costera de Felpham, donde vivió y trabajó durante tres años, bajo el patrocinio de William Hayley. Allí llevó a cabo profundas exploraciones espirituales que le prepararon para sus obras de madurez, las grandes épicas visionarias escritas y decoradas entre 1804 y 1820. Milton (1804-1808), Vala o Los cuatro Zoas (es decir, aspectos del alma humana, 1797; reescrito después de 1800) y Jerusalén (1804-1820) no poseen ni los argumentos ni los personajes ni la métrica tradicionales, y sus versos libres, de carácter retórico exigen nuevos modos de lectura. En ellos permanece omnipresente la visión de un tipo nuevo y superior de inocencia, la del espíritu humano triunfante sobre la razón.

Beatriu


Aparte de sus grandes libros, el poeta inglés escribió otras obras, como Una isla en la luna (1784), una divertida sátira sobre sus primeros años de vida. Además, una colección de cartas y un cuaderno de notas con apuntes y algunos poemas breves que escribió entre 1793 y 1818, al que se denominó el Manuscrito Rossetti, pues lo adquirió en 1847 el poeta, también inglés, Dante Gabriel Rossetti, uno de los primeros artistas que reconocieron el valor de Blake. Sus últimos años, pasados en la pobreza, fueron aliviados por la amistad de un grupo de jóvenes artistas admiradores de su figura. Murió en Londres, el 12 de agosto de 1827, dejando inconcluso un ciclo de dibujos inspirados en la Divina Comedia de Dante. Muchos poetas posteriores, entre ellos Swinburne, Yeats y Emily Dickinson, asimilaron su visión y su estilo literarios.”

  © M.E., El Poder de la Palabra








ETERNITAT

Qui el goig voldria presoner
la vida alada fa malbé.
Però qui el besa a vol alçat
viu l’alba de l’eternitat.

William Blake       

(Traducció de Miquel Desclot)


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