15 de març 2024

le quatro giornate

 




Las cuatro jornadas de Nápoles
por Xavier Tornafoch
Crónicas ausetanas
en "El Cuaderno"
julio 2022



    "Entre el 27 y el 30 de septiembre de 1943, en plena descomposición del régimen fascista italiano, mientras las tropas aliadas se acercan a Nápoles, a la que llegaran el primero de octubre, después de que el ocho de septiembre el mariscal Badoglio hubiera firmado el armisticio de Cassibile, los nazis ocupan esta ciudad. Inmediatamente, el comandante provisional y gobernador alemán Walter Schöll se hace cargo de la situación. La capital de la Campania se encontraba en ese momento repleta de soldados italianos en desbandada, destruida por los bombardeos aliados que habían causado 25.000 víctimas y numerosos destrozos materiales, y soliviantada por la presencia de los alemanes, que ocuparon la ciudad ante una mínima resistencia de grupos de militares desertores y de una compañía de Carabinieri. Con la ocupación, empezaron los actos de represalia para castigar la resistencia que se había producido. Muchos de los mandos alemanes y buena parte de las tropas encargadas de esas tareas represivas eran antiguos combatientes del frente del este, donde habían participado en numerosas atrocidades contra la población civil. En esa lógica, se inició el reclutamiento forzoso de los hombres para trasladarlos a Alemania y obligarlos a trabajar en la industria de guerra. Mientras tanto, se sucedían los juicios sumarísimos y los fusilamientos. Las arbitrariedades de las que fue objeto la ciudadanía napolitana motivó una de las insurrecciones populares, junto a la de Varsovia, más violentas de la segunda guerra mundial. El primer barrio que se sublevó fue el de Vomero; después siguieron el resto de quartieri napolitanos. Las represalias alemanas fueron contestadas con la furia de la población local que se abalanzó contra los ocupantes. Los napolitanos acapararon todo tipo de armas para utilizarlas contra el enemigo y, cuando no disponían de ellas, se las ingeniaron para responder el fuego alemán lanzando agua hirviendo desde las ventanas de las casas situadas en callejuelas angostas por las que los soldados nazis deambulaban en busca de insurrectos, en una lucha que por momentos tuvo reminiscencias medievales. Ante la imposibilidad de contener la insurrección, y viendo que las tropas aliadas se acercaban a Nápoles, el comandante alemán negoció con el capitán Vincenzo Stirolo la liberación de los prisioneros a cambio de abandonar la ciudad. Los alemanes marcharon de la ciudad por la Via Roma, mostrando banderas blancas en lo alto de sus vehículos blindados. Al finalizar la batalla, los insurrectos tenían 330 bajas (168 muertos y 162 heridos), de las cuales 159 eran civiles. Los alemanes tuvieron 96 fallecidos.

    La capital de la Campania fue la primera ciudad europea liberada del yugo nazi por sus propios habitantes, que se organizaron espontáneamente en comités de barrio, sin jefes ni mandos. La lucha guerrillera napolitana, compuesta por mujeres, hombres y niños, la gran mayoría de ellos sin ninguna experiencia militar, fue el embrión, y el modelo, de la resistencia partisana en el resto de Italia. Tuvo sus héroes, el más reconocido de ellos el pequeño Gennarino Capuozzo, un niño de once años que murió en los combates. A día de hoy, numerosas escuelas, bibliotecas e institutos italianos llevan el nombre del valiente Gennarino. Existe una película del año 1962, dirigida por Nanni Loy (Cagliari, 1925-Fiumicino, 1995), que recrea esta rebelión popular: Le Quattro Giornate di Napoli. El elenco de actores está formado por algunos de los clásicos intérpretes de la Italia de postguerra, como el magnífico Gian Maria Volonté o la espléndida Regina Bianchi. El filme fue filmado en blanco y negro en las calles de Nápoles y en algunos de los escenarios históricos donde tuvieron lugar los acontecimientos, como el estadio de Vomero, lugar elegido por los nazis para retener a los insurrectos presos, o el Palazzo dell’Università degli Studi Federico II, ante la fachada del cual se fusiló a un grupo de estudiantes rebeldes. Cuando se habla de memoria democrática, lo mismo en Italia que en España, se debería pensar en sucesos como los de Nápoles, en los que un pueblo martirizado por la tiranía, en el caso napolitano por la doble tiranía nazi y fascista, decide liberarse. Recordar este pasado continúa siendo necesario."



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