"¿Cómo hacer que se vea lo que no tiene huella visible y es
inimaginable? Esta sería la pregunta. Shoah,
la película de Claude Lanzmann, es
una respuesta.
La película no hace la Historia. No fabrica una memoria. No es la
memoria de nada. Además, no recurre a ningún archivo. No es un documento sobre
el pasado. No rememora ni conmemora nada. Shoah no es un monumento. Se aproxima
lo más cerca y muestra. Película en presente. En el presente. Del presente.
Hace que se vea algo que está allí y que invade. Que nos mira. Shoah no habla
de un acontecimiento pasado, crea un acontecimiento para nuestra mirada, aquí,
ahora. Shoah no es una película "sobre", es una obra que hace de la
Shoah un acontecimiento visible en nuestro presente.
Hay que tomar esto tal cual, porque no solamente pienso que es
adecuado decir que Shoah no es un filme "sobre" la Shoah, sino que lo
que se llama hoy la "Shoah" es muy precisamente lo que muestra el
film de Lanzmann. Sabemos, por otra parte, que el empleo regular del nombre de
"Shoah" para designar la destrucción de los judíos en Europa —palabra
hebrea que significa catástrofe, devastación y también tempestad, tormenta—,
aun cuando ya se había utilizado no hacía mucho entre otros, se ha impuesto,
desde y por la película de Lanzmann, en lugar de todos los demás nombres y
precisamente contra el nombre, religioso y culpable a mi entender, de
"Holocausto". Por lo que la película de Lanzmann no forma sólo parte
del acontecimiento de la Shoah: contribuye a constituirla como acontecimiento.
El acontecimiento contra el monumento. En la medida en que Shoah
constituye un acontecimiento y no un monumento, es por lo que mantengo también
que esta película constituye una obra de arte."
Gérard Wajcman, escritor
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada