Yorgos Seferis
En el momento del golpe militar en Grecia, el 21 de abril de 1967, Yorgos Seferis (poeta, ensayista y diplomático 1900-1971) era uno de los más renombrados poetas griegos. También era conocido internacionalmente desde que recibió el Premio Nobel de Literatura en 1963. No era percibido como una figura política, pero la situación en Grecia era ciertamente insoportable para él.
El 28 de marzo de 1969 rompió su silencio y, con la ayuda del Servicio Mundial de la BBC, transmitió un breve y estimulante mensaje:
“Hace largo tiempo tomé la decisión de mantenerme fuera de la política de mi país. Como intenté explicar en otra ocasión, esto no significaba en absoluto que fuera indiferente a nuestra vida política.
Desde entonces me he abstenido como regla, hasta el día de hoy, de tocar asuntos de ese tipo. Es más, todo lo que he publicado hasta inicios de 1967 y mi actuación posterior (no he publicado nada en griego desde que la libertad fue amordazada) ha mostrado clara y suficientemente ―así lo creo― mi postura.
Sin embargo, desde hace meses he sentido, dentro de mí y a mí alrededor, con intensidad creciente, la obligación de hablar acerca de nuestra actual situación. Con toda la brevedad posible, esto es lo que tengo que decir:
Han pasado ya casi dos años desde que nos ha sido impuesto un régimen que es totalmente perjudicial a los ideales por los que nuestro mundo ―y nuestro pueblo tan resplandecientemente― peleó durante la última guerra mundial.
Es un estado de sopor obligatorio en el cual todos los valores intelectuales que tuvimos éxito en mantener vivos, con agonía y trabajo, están a punto de hundirse en pantanosas y estancadas aguas. No sería difícil para mí comprender cómo un daño de este tipo no resultaría gran cosa para ciertas personas.
Cualquiera ha aprendido y sabe a estas alturas que en el caso de los regímenes dictatoriales el comienzo parece fácil, pero la tragedia espera, inevitablemente, en el final. El drama de este final nos atormenta, consciente o inconscientemente ―como en los coros inmemoriales de Esquilo. Cuanto más tiempo permanece la anomalía, más crece la maldad.
Soy un hombre sin ninguna filiación política, y puedo por lo tanto hablar sin miedo ni pasión. Veo delante de mí el abismo hacia el cual nos conduce la opresión que ha envuelto el país. Esta anomalía debe parar. Es un imperativo nacional.
Ahora retorno al silencio. Ruego a Dios que no imponga sobre mí una necesidad similar de hablar otra vez.”
y un poema.....
He viajado, me he cansado y escrito poco
pero pensé mucho en el regreso, cuarenta años.
El hombre en todas las edades es un niño:
la ternura y la brutalidad de la cuna;
a lo demás le pone límite la mar, como a la orilla,
a nuestro abrazo y al eco de nuestra voz.
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