Hroswitha de Gandersheim |
“—Si quieres
un disfraz como éste, cómpratelo —dijo Ignatius. Y déjame en
paz.
—Ya sé que una
cosa así no puede comprarse en ningún sitio. Oh, pero causaría sensación en una
fiesta.
—Sospecho que
las fiestas a las que asistes tú deben ser auténticas visiones del Apocalipsis.
Ya sabía yo que nuestra sociedad conducía a esto. De aquí a unos anos, puede
que tú y tus amigos os apoderéis del país.
—Uy, estamos planeándolo
—dijo el joven, con una alegre sonrisa—. Tenemos conexiones en los puestos más
altos. Te sorprenderías.
—No, en
absoluto. Ya lo predijo Rosvita hace mucho tiempo.
— ¡Qué
demonios es eso?
—Una monja
medieval, una sibila. Ella ha guiado mi vida.”
La conjura de los necios
John Kennedy Toole
pág 236
Rosvita (Hroswitha,
Hrotsvita, Hrosvit, Hrotsvit, Roswitha y
Hrowitha) fue una canonesa y escritora alemana del siglo X. Perteniente a la
Orden Benedictina, vivió en la abadía de Gandersheim, Baja Sajonia. Escribió en
latín y se considera que fue la primera persona, desde la Antigüedad tardía, en componer obras de teatro en esa lengua.
Se desconoce
cuando nació o murió, pero se cree que nació entre 930 y 935 y que todavía
vivía en el año 973.
Su obra muestra
un profundo conocimiento de la poesía clásica (Virgilio, Horacio, Ovidio,
Plauto o Terencio) y algunas de sus obras se basan en los evangelios apócrifos.
Ella misma dividió su obra en tres
libros: el primero, de Leyendas, contiene dos poemas bíblicos y seis leyendas; el segundo, de Dramas, sería una “alternativa”
cristiana a la obra de Terencio que ella admira profundamente. El tercer libro
comprende dos escritos históricos en hexámetos latinos: La Gesta Ottonis (una
historia de la casa de Otón I desde 919-965) y los Primordia coenobii
Gandeshemensis (una historia de su orden desde 846-919).
fuente:
wikipedia
“Si Rosvita
estuviera hoy con nosotros, recurriríamos todos a ella buscando consejo y guía.
Desde la austeridad y la tranquilidad de su mundo medieval, la mirada
penetrante de esta sibila legendaria, esta monja santa, exorcizaría los
horrores que se materializan ante nuestros ojos en eso que llamamos televisión.
Si pudiéramos conectar un globo ocular de esta santa mujer con el aparato de
televisión, qué fantasmagórica explosión de electrodos se produciría. Las imágenes
de esos niños lascivamente giratorios se desintegrarían en infinidad de iones y
moléculas, produciéndose con ello la catarsis que la tragedia de la corrupción de
los inocentes inevitablemente exige.”
La conjura de los necios
John Kennedy Toole
pág 55
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