31 d’ag. 2013

"compañero de viaje"

Joseph McCarthy,
senador republicano por Wisconsin
1947-1957
“El señor Clyde hundió el tenedor en la bufanda del vendedor Reilly y le ordeno salir inmediatamente del garaje, amenazándole con el despido si no aparecía temprano para empezar a trabajar en el Barrio Francés.

Ignatius camino hasta el tranvía de muy mal humor y subió en él, camino de la parte alta de la ciudad, eructando gas Paraíso tan violentamente que, aunque el tranvía estaba lleno, nadie quiso sentarse a su lado.
Cuando entro en la cocina, su madre le recibió poniéndose de rodillas y diciendo:
— ¡Señor! ¿Por qué me hiciste cargar con esta cruz terrible? ¿Qué hice yo, Señor? Dime. Mándame una señal. Yo he sido buena.
—Deja de blasfemar inmediatamente —gritó Ignatius.
La señora Reilly interrogaba al techo con los ojos, buscando respuesta entre el pringue y las grietas.
—Vaya recibimiento tras una jornada deprimente luchando por la supervivencia en las calles de esta ciudad salvaje.
— ¿Qué te has hecho en la mano?
Ignatius miro los arañazos que le había hecho el gato cuando intentaba meterlo en el compartimento de los panecillos.
—Tuve una batalla casi apocalíptica con una prostituta hambrienta —eructo—. De no ser por mí fuerza muscular superior habría saqueado mi carro. Al final, hubo de alejarse del lugar de la lucha cojeando, con sus chillonas galas hechas  jirones.
—i Ignatius! — gritó trágicamente la señora Reilly—. Cada día estás peor. ¿Qué te pasa?
—Saca la botella del horno. Ya debe estar hecha.
La señora Reilly miro a su hijo tímidamente y le pregunto:
—Ignatius, ¿estás seguro de que no eres comunista?
— ¡Oh, Dios mío! — bramó Ignatius—. Todos los días he de someterme a una caza de brujas maccarthysta en esta casa que se hunde. ¡No! Ya te lo he dicho. No soy un compañero de viaje. ¿Pero quién diablos te ha metido eso en la cabeza?
—Es que leí en el periódico que donde hay muchos comunistas es en la universidad.
—Bueno, pues, por suerte, no me encontré con ellos.  Si se hubieran cruzado en mi camino, les habría dado una zurra que se habrían quedado medio muertos. ¿Acaso crees que quiero vivir en una sociedad comunal con gente como esa Battaglia amiga tuya, barriendo calles y picando piedra o lo que ande haciendo siempre la gente en esos desdichados países? Lo que yo quiero es una buena monarquía, firme, con un rey decente, de buen gusto, un rey con ciertos conocimientos de teología y de geometría, y que cultive una Rica Vida Interior.
— ¿Un rey? ¿Tú quieres un rey?
—Oh déjate y a de tonterías.
—Nunca oí a nadie que quisiera un rey.

— ¡Por favor! —Ignatius dio un puñetazo en el hule de la mesa de la cocina—. Barre el porche, visita a la señorita Annie,  llama a esa alcahueta de la Battaglia, practica los bolos en la calleja. ¡Déjame en paz! Estoy en un cicló muy malo.
— ¿Qué quieres decir con eso de «ciclo»?
—Si no dejas de molestarme, bautizaré la proa de tu ruinoso Plymouth con esa botella de vino que hay en el horno —masculló Ignatius.
—Peleándose con una pobre chica de la calle —dijo con tristeza la señora Reilly—. Qué cosa tan horrible. Tirando de un carro de salchichas.  Ignatius, yo creo que tú necesitas ayuda.
—Bueno, voy a ver la televisión —dijo furioso Ignatius—, ahora empieza el programa del Oso Yogui.”

La conjura de los necios
John Kennedy Toole
pág 204-205



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