12 d’ag. 2013

la biblia de neón


 "Tras la publicación y ascenso a la fama de La conjura de los necios, los críticos y lectores que habían aclamado esa novela comenzaron a oír rumores de que su autor había dejado otra novela inédita. La noticia fue confirmada por la madre y albacea del autor, pero en una farsa esperpéntica, digna de La conjura de los necios, el manuscrito de La Biblia de neón fue objeto de numerosos litigios, hasta que por fin un juez decretó que o bien los herederos encontraban la manera de repartirse la novela —algo imposible—, o bien se autorizaba su publicación y el reparto se hacía sobre el dinero producido por el libro.  (La obra fue publicada en 1989)

En la obra, David, el  protagonista, es un adolescente que vive en una población miserable del profundo Sur. Una biblia de neón ilumina el cielo por las noches, y durante el día el fanatismo religioso y la malevolencia hacen estragos en la vida de los ciudadanos. El padre de David pierde su trabajo, no puede seguir pagando su contribución a la Iglesia, y esto marca el inicio de una decadencia que les convertirá en parias dentro de la pequeña comunidad. No hay muchas alegrías en la vida de David, excepto las que llegan de la mano de tía Mae, una hermana de su madre que tras una fantasmal carrera como cantante, y ya con sesenta años, escandaliza a los bienes pensantes con su pelo teñido de rubio, sus vestidos de colores chillones y sus decrépitos novios. Tras una decepción amorosa y un sangriento y escalofriante episodio, el joven David se apresta a una nueva vida en otros horizontes.

John Kennedy Toole escribió La Biblia de neón a los dieciséis años, tras terminar la escuela secundaria.  Es una espléndida primera novela, que revela a un escritor que a tan temprana edad posee ya una voz  propia y una sorprendente maestría. 

Walker Percy

extracto de la contraportada 
de la obra publicada por Anagrama.


"La esposa del señor Williams iba a la iglesia del predicador, y gracias a ella me enteré de lo que pensaban hacer con mamá. El señor Williams me dijo que el predicador y Flora estaban haciendo gestiones para que admitieran a mamá en el manicomio. No podía dar crédito a mis oídos, porque mamá nunca veía a nadie en el pueblo ni nadie la veía a ella, excepto algunos hombres que seguían yendo al claro a cazar conejos. Pensé en los motivos que tendrían para hacer semejante cosa, pero no se me ocurrió ninguno. [...]  Pensaba en cómo ciertas personas podían hacer lo que quisieran con otras sin que el sheriff las metiera en la cárcel, e imaginé a mamá subiendo al coche del predicador y abandonándonos. Aquellas imágenes, su partida, y el predicador diciendo a todo el mundo cómo había ayudado al pueblo y a la pobre mujer, llenaban mi mente y no podía pensar en nada más. ¿Qué otra cosa podía hacer un cristiano? Les diría el predicador. Todo buen cristiano actuaría así sin vacilar.

Me estaba cansando de lo que el predicador llamaba cristiano. Todo lo que él hacía era cristiano, y sus feligreses creían lo mismo. Si robaba en la biblioteca algún libro que no le gustaba, o hacía que el domingo una emisora de radio sólo emitiera durante una parte de la jornada, o encerraba a alguien en el asilo estatal para pobres, a todo eso lo llamaba cristiano. "

fragmento


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