En la obra, David,
el protagonista, es un adolescente que
vive en una población miserable del profundo Sur. Una biblia de neón ilumina el
cielo por las noches, y durante el día el fanatismo religioso y la malevolencia
hacen estragos en la vida de los ciudadanos. El padre de David pierde su
trabajo, no puede seguir pagando su contribución a la Iglesia, y esto marca el
inicio de una decadencia que les convertirá en parias dentro de la pequeña
comunidad. No hay muchas alegrías en la vida de David, excepto las que llegan
de la mano de tía Mae, una hermana de su madre que tras una fantasmal carrera
como cantante, y ya con sesenta años, escandaliza a los bienes pensantes con su
pelo teñido de rubio, sus vestidos de colores chillones y sus decrépitos
novios. Tras una decepción amorosa y un sangriento y escalofriante episodio, el
joven David se apresta a una nueva vida en otros horizontes.
John Kennedy
Toole escribió La Biblia de neón a los dieciséis años, tras terminar la escuela
secundaria. Es una espléndida primera
novela, que revela a un escritor que a tan temprana edad posee ya una voz propia y una sorprendente maestría.
Walker
Percy
extracto de la contraportada
de la obra publicada por Anagrama.
"La esposa del señor Williams iba a la iglesia del predicador, y
gracias a ella me enteré de lo que pensaban hacer con mamá. El señor Williams
me dijo que el predicador y Flora estaban haciendo gestiones para que
admitieran a mamá en el manicomio. No podía dar crédito a mis oídos, porque
mamá nunca veía a nadie en el pueblo ni nadie la veía a ella, excepto algunos
hombres que seguían yendo al claro a cazar conejos. Pensé en los motivos que
tendrían para hacer semejante cosa, pero no se me ocurrió ninguno. [...] Pensaba en cómo ciertas personas podían hacer lo que quisieran con otras sin
que el sheriff las metiera en la cárcel, e imaginé a mamá subiendo al coche del
predicador y abandonándonos. Aquellas imágenes, su partida, y el predicador
diciendo a todo el mundo cómo había ayudado al pueblo y a la pobre mujer,
llenaban mi mente y no podía pensar en nada más. ¿Qué otra cosa podía hacer un
cristiano? Les diría el predicador. Todo buen cristiano actuaría así sin
vacilar.
Me
estaba cansando de lo que el predicador llamaba cristiano. Todo lo que él hacía
era cristiano, y sus feligreses creían lo mismo. Si robaba en la biblioteca
algún libro que no le gustaba, o hacía que el domingo una emisora de radio sólo
emitiera durante una parte de la jornada, o encerraba a alguien en el asilo
estatal para pobres, a todo eso lo llamaba cristiano. "
fragmento
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