Truman Capote |
“Una mañana de últimos de noviembre. Un amanecer de invierno, hace más de
veinte años. La cocina de una vieja casa espaciosa en una aldea. Constituye su
rasgo principal una gran estufa negra; pero hay también una gran mesa redonda y
una chimenea con dos mecedoras colocadas ante ella. Aquel día comenzaba en la
chimenea el rugido invernal.
Una mujer de pelo corto y canoso está de pie ante la ventana de la cocina.
Lleva zapatos de tenis y un informe suéter gris sobre un vestido de algodón
veraniego. Es pequeña y vivaracha como una gallinita de bantam; pero, debido a una larga enfermedad de la infancia, sus
hombros son lastimosamente gibosos. Su rostro es singular..., parecido al de
Lincoln, así de áspero, curtido por el sol y el viento; pero también es
delicado, de fino trazo, y sus ojos son tímidos, color de cereza.
-¡Oh, madre mía! -exclama, empañando el vidrio de las ventanas con su
aliento-. ¡Llegó el tiempo de los pasteles de fruta!
La persona a quien habla soy yo. Tengo siete años; ella, sesenta y pico.
Somos primos, muy distantes, y hemos vivido juntos..., bueno, desde que yo
puedo recordar. Viven en la casa otras personas, parientes; y aunque tienen
poder sobre nosotros, y con frecuencia nos hacen llorar, en general no
advertimos mucho su existencia. Somos el mejor amigo uno de otro. Me llama
Buddy, en recuerdo de un muchacho que fue antes su mejor amigo. El otro Buddy
murió en 1880 y tantos, cuando ella era todavía una niña. Ahora es todavía una
niña.
-Lo supe antes de levantarme -dice, alejándose de la ventana con una
excitada decisión en los ojos-. ¡La campana de la Audiencia sonaba tan fría y
clara! Y no había pájaros que cantasen; se habían marchado a tierras más
cálidas, sí. ¡Oh, Buddy deja de tragar bizcochos y trae nuestro carrito! Ayúdame
a buscar mi sombrero. Tenemos que hacer treinta pasteles.
Siempre lo mismo: llega una mañana de noviembre y mi amiga, como
inaugurando oficialmente la época navideña que alboroza su imaginación y aviva
las llamas de su corazón, anuncia: « ¡Llegó el tiempo de los pasteles de
frutas! trae nuestro carrito. Ayúdame a buscar mi sombrero».”
Recuerdo navideño,
cuento -fragmento-
Truman Capote, Nueva Orleans, 1924 - Los Ángeles, 1984
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