“Al desmoronarse el sistema medieval, se impusieron los dioses del Caos, la Demencia y el Mal Gusto. (…)
Tras el periodo en el que el mundo occidental había gozado de orden, tranquilidad, unidad y unicidad con su Dios Verdadero y su Trinidad, aparecieron vientos de cambio que presagiaban malos tiempos. Un mal viento no trae nada bueno. Los años luminosos de Abelardo, Thomas Beckett y Everyman se convirtieron en escoria; la rueda de la Fortuna había atropellado a la Humanidad, aplastándole la clavícula, destrozándole el cráneo, retorciéndole el torso, taladrándole la pelvis, afligiendo su alma. Y la Humanidad, que tan alto había llegado, cayó muy bajo. Lo que untes se había consagrado al alma, se consagraba ahora al comercio. (…)
Mercaderes y charlatanes se hicieron con el control de Europa, llamando a su insidioso evangelio “La Ilustración”. El día de la plaga estaba próximo; pero de las cenizas de la humanidad no surgió ningún fénix. El campesino humilde y piadoso, Pedro Labrador, se fue a la ciudad a vender a sus hijos a los señores del Nuevo Sistema para empresas que podemos calificar, en el mejor de los casos, de dudosas. (…)
El giroscopio se había ampliado. La Gran Cadena del Sur se había roto como si fuera una serie de clips unidos por algún pobre imbécil: el nuevo destino de Pedro Labrador sería muerte, destrucción, anarquía, progreso, ambición y auto superación. Iba a ser un destino malévolo: ahora se enfrentaba a la perversión de tener que IR A TRABAJAR.”
La conjura de los necios
John Kennedy Toole
pág 39-40
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