Jean Anthelme Brillat-Savarin va néixer a Belley (França), l’any
1755 i va morir a París el 1826. Va ser un dels primers escriptors gastronòmics
i un formatge porta els seus cognoms: el formatge Brillat-Savarin. Autor de l’obra
“Fisiologia del paladar o meditacions de
gastronomia transcendental” (el títol en francès: Physiologie du Goût, ou Méditations de Gastronomie Transcendante;
ouvrage théorique, historique et à l'ordre du jour, dédié aux Gastronomes
parisiens, par un Professeur, membre de plusieurs sociétés littéraires et savantes)
En el llibre, el bo de Brillat-Savarin ens diu:
“Las
investigaciones que hicieron los sabios de la vieja Europa en tantos países
inexplorados enriquecieron los tres reinos con una multitud de substancias que
nos dieron sensaciones nuevas, como ha hecho la vainilla o que aumentaron
nuestros recursos alimenticios como el cacao.
Se ha
convenido en llamar chocolate la mezcla que resulta de la almendra de cacao
tostada con azúcar y canela: esta es la definición clásica de chocolate. El
azúcar forma parte integrante pues cuando el cacao esta solo no se forma más
que pasta de cacao y o chocolate.
Cuando al
azúcar, a la canela y al cacao se les une el aroma delicioso de la vainilla, se
considera nec plus ultra [el óptimo]
de la perfección con la que esta preparación puede hacerse.
Es con este
pequeño número de substancias a las que el gusto y la experiencia han reducido
los numerosos ingredientes con los que había intentado asociar el cacao, tales
como la pimienta, la guindilla, el anís, el jengibre y otros con los que se han
hecho sucesivos ensayos.
El cacaotero
es originario de América del Sur; se le encuentra igualmente en las islas y en
el continente: pero reconocemos ahora que los árboles que dan el mejor fruto
son aquellos que crecen en los alrededores de Maracaibo, en los valles de
Caracas y en la rica provincia de Soconusco (Mèxic). La almendra es allí
más gruesa, el azúcar menos acerbo y el aroma más exaltado. Desde que estos
países se han hecho más accesibles, la comparación ha podido hacerse más
frecuentemente y los paladares entrenados no se han equivocado más.
Las damas
españolas del Nuevo Mundo aman el chocolate con furor hasta el punto que no
contentas con tomarlo muchas veces al día, en algunas ocasiones se lo llevan a
la iglesia. Esta sensualidad les ha atraído, a menudo, la censura de los
obispos, pero han decidido cerrar los ojos: y el reverendo padre Escobar cuya
metafísica fue tan sutil como su moral acomodaticia, declaró formalmente que el
chocolate con agua no rompía el ayuno ampliando así, a favor de sus penitentes,
el antiguo adagio: liquidum non frangit
jejunium [el líquido no interrumpe el ayuno].
El chocolate
fue traído a España hacia el siglo XVII y su consumo se hizo rápidamente
popular por el gusto muy pronunciado que adoptaron hacia esta bebida aromática
las mujeres y sobre todo los frailes. Las costumbres no han cambiado demasiado,
desde entonces y todavía hoy en toda la Península, se ofrece chocolate en todas
las ocasiones que la buena educación demanda.
El chocolate
pasó a Francia con Ana de Austria, hija de Felipe II y esposa de Luis XIII. Los
frailes españoles ayudaron también a su difusión, gracias a los regalos que
hicieron a sus hermanos franceses. Los diversos embajadores de España
contribuyeron también a ponerlo de moda y al comienzo de la Regencia era mucho
más consumido que el café porque se le consideraba un alimento agradable,
mientras que el café no era más que una bebida de lujo y de curiosidad.”
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