18 de nov. 2019

el librero molist

Enrique Molist

La librería Molist fue fundada a principios de los años cuarenta del pasado siglo. En la actualidad es la librería más antigua de A Coruña; la fundó Luis Molist, continuó con ella su hijo Enrique y ahora es su nieta la que está al frente del establecimiento.

Noticia aparecida en el diario La Opinión, de A Coruña, el tres de noviembre de 2012, con motivo del fallecimiento del librero Enrique Molist:

por Gemma Malvido

Adiós al decano de los libreros

“Fallece Enrique Molist, el hombre que vendía ejemplares que nadie tenía en la ciudad y que organizaba tertulias de intelectuales en la trastienda de su negocio

"Yo quería abrir la tienda porque, si me viese mi padre, me reñiría", explicaba ayer Mercedes Molist, la hija del librero Enrique Molist, que falleció la madrugada del jueves al viernes, con 88 años tras dos de enfermedad. En un día de despedida como el de ayer, los que le conocían se acordaban de su amor a los libros, de que siempre encontraba lo que los lectores ni sabían que buscaban y de que, en la trastienda, en los tiempos difíciles de la dictadura, organizaba tertulias con sus amigos para poner un poco de color al día a día.

Dice de él su hija, Mercedes Molist, que era un hombre de esos que puede estar en una conversación callado todo el rato y que, con solo abrir la boca, la gente "se mea de la risa", de esos que se enamoran del mundo en el que viven y que saben cómo conseguir que los demás entren en sus fantasías.


El decano de los libreros coruñeses, Enrique Molist, fundador junto a su padre de la librería que lleva el apellido familiar, falleció la madrugada del jueves al viernes. Tenía 88 años y los dos últimos los pasó "muy mal", según explica su hija que asegura, que los 86 restantes, sin embargo, estuvo "perfectamente" y que fue feliz.

"Yo quería abrir la tienda porque, si me viese mi padre me reñiría", recordaba ayer la heredera de un apellido que, desde hace unos setenta años está ligado inevitablemente a la literatura y a la búsqueda de paraísos escritos en la ciudad.

En un día de despedida, los que le conocían se acordaban de las cosas alegres, de que vivía "por y para los libros", de que su librería fue para él como "otra hija" y de que trataba a las historias que vendía como si fuesen de su familia, buscándoles unos ojos que las leyesen con el mismo cariño con el que él las recomendaba, las buscaba y las sentía. En los tiempos de la censura tuvo algún ejemplar de esos que no habían recibido el visto bueno del franquismo pero no tantos como cuenta la leyenda y es que parte de la fama de vendedor de libros prohibidos, su familia defiende que se la crearon los fieles al régimen, porque Molist nunca compartió sus ideas, sino las del bando vencido.
La librería, que se forjó cuando el padre de Enrique Molist empezó a traer ejemplares de Madrid para complacer las peticiones de sus amigos, tuvo varias ubicaciones y, finalmente, se ha quedado en la avenida de La Habana.

De los antiguos locales se acordaba Enrique Molist en la última entrevista que le concedió a este diario hace ya cuatro años, de la parte de venta al público pero, sobre todo, de la trastienda, donde organizaba tertulias y el mundo era menos gris. "Nos reuníamos con facilidad y sin temor porque éramos unos inconscientes. Éramos cinco o seis, no siempre los mismos, pero estaba señalado como un lugar de reunión de gente opuesta al régimen: Francisco Pillado, Manuel Santiago, Domingo Quiroga, que había sido masón y republicano y había estado en la cárcel; Arturo Taracido, Aneiros, Alonso Montero... También venían por allí García Sabell, Seoane, Dieste, que era el mejor... Puedo presumir de que en aquel momento yo era el librero que tenía más novedades. O Lugrís, que me compraba las pinturas. Siempre se portó bien conmigo y me pagó. Compraba las pinturas más baratas pero los mejores pinceles". Así recordaba Molist sus años detrás del mostrador, buscando lo que nadie más podía encontrar y sus tardes de trastienda.”



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