La embajada a Tamorlán.
Relato del viaje hasta Samarcanda y regreso
Ruy González de Clavijo.
(1403-1406)
El monarca castellano Enrique III, en su propósito de buscar aliados contra la expansión de los ejércitos turcos, cuya amenaza se cernía sobre Europa, envió en 1403 una embajada a Tamerlán, el señor de Samarcanda, que un año antes había derrotado y hecho prisionero al sultán Bayaceto en la batalla de Angora. Tamerlán, o Tamorlán, era un caudillo militar de origen turco-mongol que, al igual que Gengis Khan, con quien se le ha comparado, templó sus primeras armas al frente de una partida de aventureros y salteadores, llegando a alcanzar una gran reputación como guerrero, gracias a la cual, en poco más de dos décadas, logró reunir un poderoso ejército con el que erigió un Imperio que se extendía desde Delhi hasta Moscú, y desde la frontera septentrional china hasta Anatolia, conquistando ciudades como Delhi, Bagdad o Damasco.
Al frente de la expedición diplomática de Enrique III a Samarcanda, la capital del Imperio del Gran Tamerlán, marchó Ruy González de Clavijo. El viaje se prolongó por espacio de tres años y su detallado relato fue escrito a su regreso, en 1406. La minuciosidad de sus descripciones, sus noticias históricas, geográficas e incluso antropológicas, hacen de esta obra una de las más apreciadas por los orientalistas e historiadores que destacan la curiosidad e imparcialidad del narrador, así como su sobriedad y claridad de estilo. Todo lo cual convierte a la Embajada a Tamerlán en uno de los libros de viaje más amenos e interesantes, además de precisos, de la literatura medieval española.
De la ciudad de Calmarin, que fue la primera del mundo después del diluvio
"Y otro día jueves, veinte y nueve días del dicho mes de Mayo, a hora de medio día fueron en una grande ciudad que ha nombre Calmarin, y de allí cuanto a seis leguas apareció la montaña alta en que el arca de Noé apareció cuando el Diluvio. Y esta ciudad estaba en un llano, y de la una parte la pasaba grande río que le dicen Corras, y de la otra parte había un valle muy hondo en unas peñas, y tan ancho cuanto una ballesta podría echar un viraton, que cercaba la ciudad en derredor hasta juntar con el río: el cual valle y río hacía muy fuerte la ciudad, que no había combate ninguno salvo de donde se comenzaba el río: y el valle tenía una entrada, y aquél era el combate que había; pero encima de esta entrada había un castillo muy fuerte de grandes torres y altas, y había dos puertas una ante otra: y esta ciudad de Calmarin fue la primera ciudad que fue hecha en el mundo después del Diluvio, que la edificaron los del linaje de Noé. Y los de la ciudad decían, que ahora podía hacer ocho años que Tetani, Emperador de Tartaria, que cercara esta ciudad, y que la combatiera dos días uno en pos de otro noche y día, y que al tercero día vinieran a pleitesía: y que se le dio la ciudad con tal condición, que no entrase en ella él ni su gente; pero que de cada año le diesen cierto tributo: de lo cual él fue contento el dicho Emperador; pero demandó, que le diesen la mitad de la gente de la ciudad, para que fuesen con él a tierra de Iurgania, que quería ir hacer guerra al Rey Sorso. Y de que los de la ciudad le hubieron dado la dicha gente, mandó combatir la ciudad, y entróla por la fuerza, y robó todo lo que en ella halló, y quemó la ciudad, y aportillóla por muchos lugares, y mató mucha gente de ella: y la más gente que en esta ciudad había eran Armenios, y de como esta tierra de Armenia partieron el señorío de ella los cristianos, y la cobraron los Moros, como adelante vos será contado. En esta ciudad había muy grandes edificios, y por toda esta tierra daban a los dichos Embajadores y a la su gente posadas y viandas y caballos en que fuesen, y toda esta tierra estaba por el señor Tamurbec.
Y otro día viernes partieron de aquí, y fueron dormir a un castillo alto que estaba encima de una peña: el cual castillo era de una Dueña viuda, que era atributada al Tamurbec con este castillo, y con otra tierra que ella tenía. Y en este castillo solía haber ladrones, y hombres que salían a robar a los caminos. Y el Tamurbec vino sobre este castillo, y entrólo por fuerza, y mató al Señor de él, que era marido de esta Dueña, y mandó, que nunca jamás acogiesen malhechores en él. Y porque no se pudiesen defender en él, mandó quitar las puertas al dicho castillo, y mandó que nunca jamás pusiese puertas en él, y diole a esta Dueña. El cual castillo estaba entonces sin puertas, y había nombre el dicho castillo Egida. Y este castillo estaba al pie de la montaña alta del arca de Noé, y todas estas montañas y sierras que hallaron después que de tierra de Trapisonda partieron eran rasas y sin montes. Y esta Dueña hospedó muy bien este día a los dichos Embajadores de cuanto hubieron menester.
Sábado siguiente, que fueron trece días del dicho mes de Mayo, los dichos Embajadores partieron de aquí, y el su camino fue por el pie de aquesta montaña del arca de Noé: la cual montaña era muy alta, y arriba en lo más alto estaba nevado y cubierta de nieve, y era rasa sin montes; pero en ella había muchas hierbas y aguas, y el camino iba alrededor de ella, y en ella había muchos edificios y cimientos de casas de piedra seca, que duraban grande pieza: y en ella había nacido mucho centeno, que se nacía ello cada año de suyo, como si fuera sembrado a mano; pero era vano que no granaba: y otrosí había nacido mucho mastuerzo, como si lo sembraran: y al pie de esta montaña se halla el carmesí con que se tiñe la seda: y en medio de esta montaña al pie de ella hallaron un grande edificio de pueblo, que fuera deshabitado gran tiempo, y duraba bien una legua: y las gentes de la tierra decían, que aquella fuera la primera puebla que en el mundo fuera hecha después del Diluvio, y que la hizo Noé y su generación: y ante la dicha puebla había un grande llano, en que había muchos cerraurjales de agua y árboles y rosales y muchas fuentes, y esta dicha montaña era aguda, y tenía un pico muy agudo y alto: el cual estaba nevado y cubierto de niebla, que no podía aparecer el cabo de la sierra, y decían, que todo el año así de invierno como de verano nunca se quitaba aquella niebla de aquella montaña, y esto es por la gran altura de ella: y este día tuvieron los dichos Embajadores allí la siesta ante una hermosa fuente que allí estaba so un arco de piedra, y estando allí se quitó la niebla y apareció la montaña, y luego súbito se tornó, y decían que pocas veces se quitaba: y junto con esta alta montaña está otra que tiene otro pico agudo, pero no es tan alta como esta otra, y entre estos dos picos se hace una como silla, y allí dicen que se puso el arca, y ambas estas sierras eran muy altas y nevadas en lo alto. Y esta noche fueron dormir a un castillo que había nombre Vasit calaside, el cual castillo estaba encima de una alta peña muy fuerte a maravilla, y al pie de él un pueblo bien grande otrosí en otra peña, y de la villa al castillo iba otrosí un muy gran muro con sus torres, y de aquel muro se hacía una escalera que iba a la entrada del castillo, y de partes de fuera era muy alta la peña del castillo, y dentro en lo más alto de él nacía una fuente grande: y este castillo vino cercar el Tamurbec, podía hacer seis años, y el Señor de él atributósele con tal condición, que en él no lo acogiese a él, ni a gente suya, ni fuesen en hueste con él."
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