La gran
tomadura de pelo literaria de Romain Gary
por Guillermo Altares
“La única
verdad en la vida de Romain Gary es
su obra. Y ya es mucho. Este escritor francés de origen ruso (1914-1980) ha
logrado no pasar de moda, pese a que el mundo intelectual francés nunca se tomó
demasiado en serio a este novelista, diplomático, héroe de la liberación,
marido de la actriz Jean Seberg,
guionista de Hollywood, director de cine, aventurero y responsable de una de
las mayores tomaduras de pelo literarias de la historia. Resulta imposible
saber quién fue el verdadero Romain Gary,
pero está claro que, casi 40 años después de su muerte, es un autor mucho más
leído que la mayoría de sus contemporáneos.
En España
saldrá a la venta la semana que viene una nueva edición de su novela Lady L (Galaxia Gutenberg, traducción Gema Moral Bartolomé), mientras que en
Francia se estrenó recientemente una película basada en su autobiografía, La promesa del alba, con Charlotte Gainsbourg. Una nueva
traducción al inglés del libro que publicó poco antes de suicidarse, Las cometas, le ha convertido en el
protagonista de largos artículos en la prensa estadounidense, desde The New York Times hasta The New Yorker. Su aventura vital ha
sido el objeto de biografías del profesor de Princeton David Bellos y de la académica francesa Dominique Bona, de recreaciones literarias por parte de Nancy Milford y Laurent Seksik. Esta semana, Perro
blanco, una de sus obras más conocidas, se encontraba entre los más
vendidos en Amazon Francia.
Pero, sobre
todo, su mito se basa en que fue capaz de burlarse de casi todo el establishment literario francés cuando
se escondió detrás del seudónimo de Émile
Ajar para publicar una serie de novelas de enorme éxito. De hecho, es el
único escritor que ha ganado dos veces el premio Goncourt, algo que en teoría
está prohibido: con su nombre por Las
raíces del cielo, una profética novela ecologista sobre la caza de
elefantes, y como Ajar por La vida por
delante, la historia de Madame Rosa, una superviviente del Holocausto, que
se ocupaba de cuidar a hijos de prostitutas en el barrio popular parisino de
Belleville. Este libro, narrado en primera persona por un adolescente árabe
llamado Momo en un francés insólito, se convirtió rápidamente en un descomunal
éxito literario y su versión cinematográfica, con Simone Signoret, ganó el Oscar al mejor filme de habla no inglesa.
Hasta su muerte, no se descubrió el engaño.
Cuando se
suicidó, el 2 de diciembre de 1980, Gary había dejado al cuidado de su editor,
Gallimard, un manuscrito en el que explicaba la invención de su seudónimo, un
pequeño libro delicioso titulado Vida y
muerte de Émile Ajar. En él, explica que cuando algunos insistieron en que
Gary y Ajar eran la misma persona, no les creyeron. “No querían saber nada: Gary
era incapaz de escribir algo así. Era un autor clasificado, catalogado,
amortizado”, explica. Sin embargo, cuatro décadas después la visión de su obra
ha cambiado mucho.
“El resurgimiento de Gary como un
maestro de la literatura tiene que ver con la reevaluación de la historia de la
ficción francesa de la posguerra”, explica su biógrafo Bellos. “La obra muy
intelectual de los maestros del nouveau
roman, como Robbe Grillet, no ha
resistido la prueba del tiempo. Gary, que nunca fue del gusto de los árbitros
literarios parisienses, con los años se ha convertido en un escritor serio e
innovador, que trató temas que siguen siendo cruciales, como lo que nos
convierte en seres humanos, el papel del humor en la vida, el legado del
Holocausto o que puso el foco sobre los marginados”. Vida y muerte de Émile Ajar acaba con una frase muy célebre: “Me lo
he pasado muy bien. Adiós y gracias”. Sus lectores podemos decir lo mismo.
“Romain Gary
siempre fue un escritor popular en Francia y sus grandes libros siempre han estado
disponibles”, explica por correo electrónico su biógrafo David Bellos, traductor, profesor de literatura francesa en
Princeton (EEUU) y autor de biografías de Georges
Perec y Balzac. El título de su
libro resulta toda una declaración de principios: Romain Gary. Una historia inverosímil (A tall story). “Fue un gran
narrador y la espectacular creación de su segunda identidad, Émile Ajar, nunca ha dejado de fascinar
y entretener. En cambio, pese a que fue un autor muy leído y conocido en los
cincuenta y sesenta en EEUU, la revelación del engaño de Ajar tras su suicidio
le convirtió en un personaje tóxico para muchas editoriales. Sin embargo, ahora
las cosas están cambiando y sus libros están volviendo a traducirse”.
La vida de
Gary es una gran novela de aventuras, tan increíble como la que describe en La promesa del alba. Gran parte de lo
que cuenta en ese libro no es cierto, aunque sus biógrafos sostienen que sus
andanzas reales son igualmente interesantes. Nació como Roman Kacew en una
familia judía de Vilna cuando la ciudad formaba parte del Imperio ruso. Tras la
I Guerra Mundial, la ciudad pasó a Polonia, donde creció hasta 1928, cuando su
madre –francófila convencida— se instaló en Niza con él después de que su padre
les abandonase. La obsesión de su madre fue que su hijo triunfase en el país de
adopción y murió antes de verlo convertido en un escritor de éxito desde sus
primeros libros, en un compañero de la Liberación, miembro de la Legión de
Honor, en un héroe de la aviación amigo de Charles de Gaulle y de André
Malraux, en un personaje crucial de la vida pública francesa desde los
cincuenta hasta su muerte. Fue enterrado con todos los honores de un héroe de
la patria.
Los grandes
libros de Gary (y Ajar) están disponibles en castellano, en diferentes
editoriales, desde La vida ante sí
hasta La promesa del alba; Próxima estación, final de trayecto;
Europa; El bosque del odio o La
angustia del rey Salomón. Profundamente políglota, hablaba ruso, polaco,
yidis y escribía en francés y en inglés. De hecho, se traducía a sí mismo entre
las dos lenguas. Lady L, que como
casi todas sus novelas fue llevada al cine casi inmediatamente, en este caso
con Peter Ustinov como director y Sophia Loren y Paul Newman como protagonistas, es una clásica novela de Gary:
divertida, con un personaje femenino muy fuerte y libre, que mezcla la historia
con la imaginación.
“Tengo la
impresión de haber sido vivido por mi vida”, declaró en una entrevista que se
publicó póstumamente. “Cuando entraba en contacto de los medios de
comunicación, convivía constantemente con un personaje llamado Romain Gary, que
no tenía nada que ver conmigo”, agrega. Pese a que Gary sufrió enormes periodos
de depresión, era un hombre con mucho sentido del humor, que llenó sus novelas
y su vida de risas. En La promesa del
alba cuenta que en una época de su infancia se dedicó al malabarismo y que
llegó a ser muy bueno, pero nunca fue capaz de mantener en el aire más de seis
pelotas a la vez. Utiliza esto como metáfora de la literatura y la creación al
señalar que “incluso los más grandes de entre nosotros, como Malraux, siempre se dan cuenta de que
la última bola está fuera de su alcance y toda su obra está marcada por esta
angustiosa certeza”. Gary, sin embargo, fue capaz de poner en el aire muchas
más bolas de las que nunca creyó.”
El País
18/02/2018
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