El año 2009,
con producción de FOCUS, Josep Maria Pou dirigió la obra de teatro La vida por delante.
Traducida por Xavier Jaillard y adaptada por Josep Maria Vidal, el reparto estaba por compuesto por Concha Velasco como Madame Rosa; Rubén de Eguia, como Momo; José Luis Fernández, como Youssef Kadir
y Carles Canut, como Doctor Katz.
Fue estrenada
el 28 de marzo de 2009 en el teatro Goya de Barcelona, y en su crónica de El Periódico, de fecha 08/04/20019, César López Rosell titulaba:
“Concha Velasco y Rubèn de Eguía conmueven
en la versión de Josep Maria Pou de 'La vida por delante'”
y escribe:
“Aparece una
desgreñada Concha Velasco con titubeantes andares de abuela. Respira con
dificultad tras subir siete pisos acarreando las bolsas de la compra. Acaba de
abrir la puerta de la buhardilla del suburbio de París donde vive junto a los
chicos descarriados a los que da cobijo. La transformación de la actriz en
Madame Rosa impacta desde el primer momento. Si su pretensión y la del
director, Josep Maria Pou, era ponernos en situación desde el inicio, no hay
duda de que lo consiguen. Y el pulso dramático sobre el escenario del Goya ya
no se detiene.
La vida por
delante, del premio Goncourt Romain Gary, es de esas obras que hacen crecer a
un intérprete. Y Velasco, acreditada en otras batallas escénicas, aprovecha la
oportunidad y se enfrenta sin complejos al reto de dar vida a una mujer en el
ocaso de sus días.
La actriz
absorbe hasta la última gota de la esencia del conmovedor personaje. Ha
trabajado a fondo el perfil de esta ex prostituta judía y superviviente de
Auschwitz y ha sabido exprimir el sentido de las sentencias que salen de su
boca. Salvo algún pequeño e innecesario histrionismo, su trabajo es de los que
llegan al corazón porque consigue que la verdad de la vida suba al escenario.
Rubèn de
Eguía, encarnando a Momo, es el otro gran triunfador de la función. La mirada
sobre los marginados de este adolescente árabe, que ejerce de narrador de la
historia y vive aferrado al cariño de Madame Rosa a la que cuida en sus
momentos más críticos, es tan tierna como sobrecogedora, sobre todo cuando se
obsesiona por conocer sus orígenes.
Lo que
consigue con su magnífico trabajo el joven actor, en el que asimila con
sorprendente naturalidad el lenguaje y las expresiones de los inmigrantes, es
trasladarnos al mundo real.
Carles Canut,
impecable como el vecino doctor Katz, y José Luis Fernández, en su breve
aparición como violento y desquiciado padre del niño, son el contrapunto de una
acción que gira sobre los dos personajes principales.
Josep Maria
Pou ha sabido extraer la sensibilidad de esta obra sobre el mundo de los
marginados, salpicada con toques de fina ironía y llena de ingenuidad y buenos
sentimientos. El racismo, la soledad y la eutanasia se dibujan con trazo firme.
Pero también
la tolerancia, expresada con la práctica sin problemas de cultos enfrentados y
con ingeniosos juegos dialécticos sobre las relaciones entre judíos y árabes.”
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