17 d’abr. 2024

propostes cinefòrum 24-25, 6


Títol: Matar a un ruiseñor

Temàtica a debat: Derechos civiles, racismo.


Proposa: Conchi

    La novela de la escritora estadounidense Harper Lee, premio Pulitzer de 1961, tuvo una excelente adaptación al cine dirigida por Robert Mulligan (1962). Gregory Peck hizo una actuación memorable de una de las historias más profundas y sencillas que hablan sobre los derechos civiles, la igualdad, la amistad y la empatía.

    Pocos grandes libros, como Matar a un ruiseñor han alcanzado en tiempo récord, dos años, el cariño de los lectores, el aplauso de la crítica, un Premio Pulitzer y una adaptación cinematográfica inolvidable, como la propia novela. Todo entre 1960 y 1962. Un clásico casi instantáneo como lo prueba el hecho de que pronto entró en la lista de lecturas de las escuelas y colegios de Estados Unidos y, desde hace muchos años, es uno de los títulos más solicitados en las bibliotecas de ese país.

    La novela logró su popularización universal con la excelente versión en el cine dirigida por Robert Mulligan, con guion de Horton Foote, protagonizada por un grandísimo Gregory Peck, como el inolvidable padre y abogado Atticus Finch, y los tres niños Mary Badham (Scout), Phillip Alford (Jem) y John Megna (Dill).

    Te invitamos a revivir Matar a un ruiseñor, de Mulligan, y a conocer los detalles del origen de la gran novela de Harper Lee, reflexiones que nunca pierden vigencia como: «Uno nunca llega a entender realmente a otra persona hasta que se pone en sus zapatos», «Eres valiente cuando sabes que estás vencido y, de todos modos, sigues adelante, pase lo que pase», «Para poder vivir con otras personas tengo que poder vivir conmigo mismo. La única cosa que no se rige por la regla de la mayoría es la conciencia de uno». Bienvenidos al mundo de Matar a un ruiseñor:

    La película se rodo en blanco y negro, en el esplendor del color cinematográfico, para reforzar su mensaje sobre la importancia de los matices, la igualdad de los seres humanos, lo esencial en la vida y no distraer al espectador. La película cuenta la historia de un abogado viudo, con dos niños, que defiende a un hombre negro acusado de violar a una joven blanca en el estado de Alabama, Estados Unidos, en los años treinta del siglo pasado. Mientras esto sucede, sus dos pequeños hijos ven cómo la gente señala a su padre, a la vez que viven una aventura en la búsqueda de Boo, un vecino extraño que vive en el barrio.

    Robert Mulligan captó el espíritu y el mensaje de la novela sobre la igualdad y contra la segregación racial, el tempo de la historia, la atmósfera calurosa de aquel verano de los años treinta en Alabama y supo guiar a sus protagonistas en unas actuaciones inolvidables y conmovedoras que se ganan la simpatía del espectador.

    Horton Foote hizo un trabajo excelente con el guion, muy respetuoso con la novela de Harper Lee, a la vez que dio brillo a los episodios clave del libro en escenas visuales y diálogos y frases.

    En un principio los dos no querían hacer la película, pero el productor Alan J. Pakula convenció primero a Mulligan de entrar en el proyecto y, después, entre todos, a Foote que no creía estar a la altura de la novela. Eso sin contar con que Pakula debió convencer primero a Universal Pictures porque esta consideraba que la historia carecía de tres de los elementos que creían capitales para triunfar en el cine: una historia de amor o rivalidad amorosa, poca acción que enfrentara a dos o más bandos en los argumentos y en el propio espacio físico y temían crear polémica por el tema racial tan candente en aquellos años sesenta.

    Convencidos todos, llegó la búsqueda del reparto. Tras varios nombres para encarnar a Atticus Finch apareció Gregory Peck. Y ya nadie imagina a otro actor en ese papel. La película obtuvo ocho candidaturas a los premios Oscar, de los cuales obtuvo tres: Actor (Peck), Guion (Foote) y Dirección de arte.

    Matar a un ruiseñor ocupa el puesto 25 en la lista de mejores películas estadounidenses según el American Film Institute, en 2007. Y desde 1995 es considerada «cultural, histórica y estéticamente significativa» por la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos.



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